Madrid / Gijón, Álvaro L. SERRANO / R. GARCÍA

Ángel María Esteban, el padre de Katia, la joven de origen gijonés fallecida en la macrofiesta del Madrid Arena, era ayer un hombre tan roto por dentro como entero a ojos de la multitud. Junto a su primogénita Tania, acudió a dar el último adiós a su hija pequeña en el polideportivo de Daganzo arropado por un millar de personas. «Katia era feliz en Asturias. Lo más duro será ver que mañana ya no está», confesó a LA NUEVA ESPAÑA.

Atrás quedan los recuerdos de una familia que comenzó a resquebrajarse con la muerte de Alicia Casielles, la madre gijonesa de Katia, hace dos años. Reminiscencias que, con los ojos aún vidriosos, relataba Ángel María: «Todos los años, sin excepción, íbamos a pasar el verano y las Navidades a Gijón», contó. Los lazos que unen a los Esteban Casielles con Asturias son estrechos. «El tiempo que he vivido en Asturias ha sido inolvidable», aseguró. Tiempo que corresponde a los inicios de los años noventa, cuando Ángel María trabajaba en una empresa de informática en Gijón.

El sobrecogedor silencio que ayer se percibía en el pabellón municipal de Daganzo contrastaba con los sollozos del grupo de amigos de Katia. Muchos evocaban su personalidad, muy presente en casi todos ellos. «Tenía una sonrisa contagiosa, te hacía reír con extrema facilidad», coincidieron Ana y María, dos compañeras de colegio. «Siempre nos decía que teníamos que ir a Asturias. A ella le encantaba la playa de? ¿San Lorenzo puede ser?», expresó Jesús, uno de sus mejores amigos. Con similar entereza a la de su padre afrontó Tania, la hermana de la joven fallecida, una retahíla interminable de pésames. Más allá del dolor, su rostro denotaba un matiz de enfado, de impotencia. Una indignación palpable en sus palabras hacia este periódico: «Esto no va a quedar así. Katia ha muerto por una falta de organización en el recinto y lucharemos por hacer justicia», avisó.

Padre e hija se enfrentan ahora a lo que, según ellos, será lo más duro. «Con el paso del tiempo nos daremos cuenta de que Katia ya no está», apuntó ángel María. Pero si hay algo que tienen claro es que su relación con Asturias no se romperá nunca. «Claro que volveremos a Gijón. Como volveremos a sobreponernos. Eso tenlo claro», finalizó emocionado.

Unas horas antes, Ángel María Esteban había dejado algunos mensajes en Twitter. «Es duro todo lo que ha pasado. Sólo me reconforta saber que sus últimas palabras fueron: "Dile a mi padre que le quiero". Esa noche me lo dijo dos veces, cuando la dejé con sus amigas en el metro ("Un beso, papi, te quiero") y otro cuando sabía que no iba a volver a verme», escribió. «He tenido las hijas más maravillosas que puede desear un padre y sólo quiero deciros que no perdáis ni un minuto en decírselo a los vuestros», añadió Esteban.

El drama vivido por la familia Esteban Casielles se ha seguido de cerca en Gijón. «Era una joven encantadora. Siempre estaba sonriendo y saludaba a todos los vecinos durante las semanas que pasaba aquí en verano», señalaron residentes del número 11 de la calle Pintor Carreño Miranda. Quienes conocían a Katia Esteban no van a poder olvidar el momento en el que supieron que una de las jóvenes fallecidas en la fiesta de Halloween de Madrid era la nieta de sus vecinos «del cuarto izquierda», esa joven a la que estaban acostumbrados a ver durante el verano con su padre y su hermana mayor.

«No nos podemos creer que la desgracia haya golpeado de nuevo a esta familia cuando aún se estaban recuperando de la muerte de la madre de Katia», reflexionó ayer, entrando en su portal, una vecina. La gijonesa aseguró que los abuelos, Rufino Casielles y Lucinda Iglesias, «llevaron con mucha dignidad la muerte de su hija», pero teme que esta nueva mala noticia, «que ya los pilla muy mayores, los supere del todo». «Parece que era ayer cuando nos veíamos todas en la playa de San Lorenzo», aseguró ayer una joven en las redes sociales recordando a Katia Esteban. «Nunca olvidaremos tu sonrisa», comentaba otra.