Oviedo, Javier BLANCO
Susu es la cara y la voz de «La Media Luna», un proyecto musical que ya va por su segundo disco. La cantante y compositora llega Asturias con «Calma», un álbum cargado de metáforas y reflexiones sobre el mundo en que vivimos y que pretende dar una pequeña lucha para «combatir las cosas». Susu ofrece hoy (20 horas) un concierto en el centro cultural de Cajastur de Oviedo. Estará en el escenario con una banda muy sólida, en la que forma, con las guitarras, Shuarma, el ex líder de «Elefantes».
«Yo creo que merece la pena intentarlo. Se pueden cambiar cosas, porque la música es un arte que llega al corazón, aunque sé que, a lo mejor, vivo en la utopia y el romanticismo», cuenta la cantante a LA NUEVA ESPAÑA. Susu acaba de comenzar la gira de «Calma». Está feliz con la marcha de las cosas, y, sobre todo, con la cercanía de la gente desde que comenzó los conciertos por toda España, sesiones que día a día están avalando su estilo: melancólico pero con un punto preciso de agitación rítmica; con mensajes sobrios y melodías que dominan campos tan distintos como el pop, la canción de autor o el flamenco. «Noto que el público de "La Media Luna" es un público reducido, pero intenso, y que está metido hasta la médula. Hay una gran entrega, se ve que son seguidores del proyecto, del concepto de "La Media Luna"», relata la autora de «Calma».
Susu se siente libre haciendo su música, y esa libertad la logró a través de la creación de su sello, Azar, una discográfica que fundó con Shuarma. «El tener una discográfica da toda la libertad. Una compañía multinacional te da de vida para un disco uno, dos o tres meses. Ésa es la supervivencia que te dan; si no sale, te destruyen la carrera. Y no queremos depender de estos criterios tan industriales. Es gente que no tiene que ver con el arte. Azar es para hacer nuestros trabajos en libertad absoluta», precisa, y matiza: «Me gusta hacer el seguimiento de todo el proceso; es precioso».
En su vida hay un buen refuerzo artístico con Shuarma: «Sí que hay una relación artística con Shuarma, es una relación muy potente. Él me inspira y yo le inspiro. Además, él vivió la parte de la industria del disco que yo no he vivido y me ha servido de mucho. De todos modos, sabemos dosificar, porque cada uno necesita su espacio, su momento de soledad, pero sí, Shuarma y yo, aparte de nuestra convivencia y relación, sumamos artísticamente».
«Calma», álbum que se abre con la pieza del mismo título, es pura melancolía: «Así es. De hecho, empieza con esa canción y termina con "El mar de la tranquilidad". Es una metáfora: calma y tranquilidad».
Musicalmente hay muchos estilos, aunque abunda el pop y sorprende gratamente un toque flamenco en «Quién pudiera»: «Soy del Norte y criada en Barcelona, pero ese punto de flamenco me sirve para transmitir el deseo de "quejío", es una especie de grito flamenco para calmar las cosas».
Sin embargo, parece que encaja bien su voz en esa corriente. «Tengo una voz muy lírica y sencilla, alejada del flamenco, pero el flamenco me transmite esa sensación de grito de protesta».
Hay, entre las músicas de «Calma», una orientación pop que traslada al oyente a otros ambientes y, quizá a otros públicos: «Hay piezas de ambiente pop como "Barquito a la deriva", que es una canción para todos los públicos. Habla de ese punto a la deriva de nuestra sociedad, tiene un punto naíf que hace que valga para todos los públicos».
La autora no tiene una mecánica especial para componer, tanto escribe desde la espontaneidad como de lo cotidiano: «Me ha pasado de ir andando por la calle y tener la canción en la cabeza; o coger una guitarra y aparece de repente. A veces tardas días, a veces lo haces en cinco minutos. También compongo con acordeón y piano».
Hay canciones como «Congelo el tiempo» que parecen creadas para hacer pensar a la gente, para que quien se pare en ella reflexione sobre los errores y cómo se pueden recomponer: «Habla de las equivocaciones y de que uno se puede equivocar y rectificar, parar. Yo a eso le llamo congelar el tiempo para que nos deje vivir. La vida va demasiado deprisa y uno se siente arrojado».
En las canciones de «Calma» hay un mucho de la personalidad de Susu, de su pensamiento, también una parte biográfica, al menos algún texto se inspira en sus lugares cercanos, los lugares que tienen que ver con lo cotidiano, a la vez, el lugar central de su vida. Es el caso de «Calle Sant Gabriel», que es la «calle donde vivimos, una calle peatonal cerca del paseo de Gracia. La calle en la que voy al mercado, que se llama el Mercado de la Libertad. Es la calle donde nos hemos instalado, nuestro lugar en el mundo».
En la recta final de la conversación la cantante hace una revisión del momento artístico que vive ahora, llevando su música al directo, y de las sensaciones que rodean su gira hasta el momento. Un viaje por varias ciudades españolas de esta gira con la Fnac o, como el caso de hoy en Oviedo, del ciclo de «Músicas del siglo XX»: «He notado una gran evolución y que la gente es muy cariñosa; es una satisfacción muy grande que el público se te acerque y reconozca el trabajo que estás desarrollando».
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«La Media Luna»
La banda
Disco
La cantante presenta las once canciones de su álbum «Calma», segundo de su discografía tras su debut con «En la arena».
