Tú y yo somos tres
La crítica de Monegal: Concierto para máquina de escribir y orquesta

La crítica de Monegal: Concierto para máquina de escribir y orquesta. / EPC
Ferran Monegal
El ‘show’ de entretenimiento ‘El desafío’ (A-3 TV) nos ha ofrecido esta semana una recreación del ‘Concierto para máquina de escribir y orquesta’, aquella pieza musical, famosísima, que escribió Leroy Anderson para los Boston Pops en 1950. Lo ha protagonizado Mario Vaquerizo con una antigua máquina Royal Typewriter, tecleando a toda pastilla.
La gracia de este ingeniosa partitura es que el sonido de la teclas, y el carro de retorno, se transforman no solo en un instrumento más de la orquesta sino que la máquina de escribir se erige en el gran instrumento musical solista. Hay que resaltar que Vaquerizo lo ha conseguido, y le ha salido de paso un homenaje al ‘sketch’ que Jerry Lewis realizó sobre este mismo tema musical en la película ‘Lío en los grandes almacenes’ (1963). Demuestra este ‘show’ de entretenimiento blanco ‘El desafío’ que toda criatura famosa, popular o conocida, convenientemente enharinada en un obrador televisivo, puede llegar a ser consumida, como una croqueta, por enormes masas teleadictas.
Poco después de Vaquerizo, por ejemplo, salió Jesulín de Ubrique, y sin tener ni idea del arte circense equilibrista, ni tener dotes de alpinista, consiguió subirse sin caerse a una columna en vertical de siete sillas. ¡Ah! La tele consigue hacer entretenimiento partiendo de la incompetencia, o la inutilidad, más absolutas. A primeros del siglo pasado el matemático francés Émile Borel ya lo advirtió en su ‘Teorema de los Monos Infinitos’. Dice esta ingeniosa teoría que si colocamos un número infinito de monos tecleando, por un tiempo infinito, infinitas máquinas de escribir, en algún momento uno de ellos podría acabar escribiendo algo con sentido, incluso le podría salir ‘La Divina Comedia’ o ‘Madame Bovary’.
‘FAQS’ lo inventó Albert Pla
El Palmar de Troya ‘Preguntes Freqüents’ (TV-3) ha celebrado sus primeros 200 programas. Lo más interesante ha sido conocer el origen de este programa. Resulta que fue una propuesta del artista Albert Pla. Lo contó así: «Soy muy amigo de Tian Riba y Pere Mas, y un día les dije ‘¿Por qué no hacemos un programa en donde los tertulianos catalanes sean los buenos y los castellanos los malos?’ Me contestaron ‘¡Bona idea, bona idea’!». Y en efecto, lo pusieron en marcha enseguida, con enorme devoción, siguiendo estrictamente los sagrados principios del maniqueísmo.
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