Lo que en un principio comenzó como un bautizo pixueto para una treintena de foráneos se convirtió, lluvia mediante, en un remojón que alcanzó a todos los presentes en la Fuenti'l Cantu, y que deslució una tradición que se mantiene viva desde hace más de treinta años. Las gotas comenzaron a caer cuando Sergio González, el "cura pagano" y maestro de ceremonias, tan sólo había mojado con agua de la fuente a los pequeños Nicolás Saavedra y Darío Busto, recitando siempre aquello de "Mientras Cudillero viva y dure la fuenti'l cantu, te bautizamos con el agua aunque sea sin el Santo". El chaparrón descargó un instante después, empapando a los valientes que desafiaron a la lluvia aguardando su turno en este pintoresco rito de Cudillero.

Antes, la comitiva encabezada por la banda de gaitas de Aller partía puntual de la plaza de San Pedro y ascendía la serpenteante calle hasta el centro del anfiteatro, donde se enclava la fuente. Detrás, decenas de personas les seguían los pasos, muchos de ellos a punto de convertirse en pixuetos de pro. Al llegar a la fuente, Alfredo Fernández, presidente de la comisión de festejos de Cudillero, lanzó las preguntas: "¿Quias ser pixueto? ¿Vas comportate como corresponde a este rango? ¿Vas llevar el nombre de pixueto por todo el mundo y sentite orgulloso de ello?". Los aludidos respondían al unísono, aceptando la responsabilidad de tal honor, y aferrándose al remo como manda la tradición, para hacer la confirmación.

"El bautizo empezó cuando una pandilla de amigos de aquí se reunió con un grupo de forasteros para comer. Al acabar, los foráneos quisieron hacerse pixuetos, y los chavales decidieron hacerlo viniendo a esta fuente", explica Alfredo Fernández.

Por primera vez, que se recuerde, dos mascotas se convirtieron ayer en pixuetos. Una de ellas es "House", de Avilés, que acudió a la cita con César y Adolfo Pumariega. "El perro es de un amigo, y lo traemos por temporadas a Cudillero. Decidimos bautizarlo ahora, que va a pasar una semana con nosotros", cuenta Adolfo Pumariega. Su mujer, que también es de fuera de la villa, en su día recibió igualmente este bautizo. "Esto se hace para que sea pixueto pixueto", remarcó.

El día de San Pablín cerró las cuatro jornadas de fiesta en la villa marinera, organizadas por una nueva comisión. "Estamos encantados de cómo han salido, de la gran respuesta de la gente, y lo bien que todos los pasamos", concluyó Alfredo Fernández.