Cuando la tradición se pone de moda y "de una patada" salen cientos de mercaos, el reto es mantener el sabor de siempre y lograr que el visitante retroceda a la aldea asturiana de hace un siglo. Es lo que el pueblo de Porrúa (Llanes) empezó a hacer en 1994 y el universo en el que miles de personas se sumergieron ayer -y lo volverán a hacer hoy- gracias al trabajo que más de doscientos vecinos han realizado para alumbrar una nueva edición del mercáu organizado por la asociación cultural "Llacín". El evento se prepara durante todo el año, con más ahínco en los dos meses que lo preceden, y mantiene la condición de referente, pues fue uno de los primeros en celebrarse en la región.

La recreación de costumbres y oficios tradicionales, tan usual en los mercaos, está presente en la cita porruana prácticamente desde el principio, pues los cabraliegos Marisa Caso y José Cristóbal llevan al menos quince años recibiendo al visitante con su cabaña de pastores en el puerto. Caso, de Arangas, fue pastora muchos años y explica, mientras prepara en el fuego unas patatas guisadas con arroz, que su objetivo en Porrúa es "mantener viva la tradición y darla a conocer". En la cabaña los pastores hacían su vida cotidiana "durante el verano, cuando el ganado estaba en el puerto", y también elaboraban el queso. Una cama, un fuego donde cocinar, los útiles para preparar el queso y poco más se podía ver en una cabaña de la época.

También del concejo cabraliego, de Sotres en concreto, es el ganadero Abel Fernández, quien en sus ratos de aburrimiento fabrica lo que en Porrúa son "lloqueros" y en Cabrales cencerros para el ganado. Algo parecido le pasa al porruano Pablo Ramos Pérez, ganadero de profesión y aficionado a hacer collares para las vacas con listones de madera debidamente preparados. Las tres demostraciones captaron la atención de los muchísimos visitantes que, bien dando una vuelta o haciendo cola para comer se acercaron con curiosidad.

Son alrededor de cien los puestos que, entre alimentación y artesanía, llenan las principales calles de Porrúa con sugerencias de todo tipo. "Cuidamos mucho la originalidad de los puestos, que vayan con el contexto y representen la esencia del mercado, uno de los primeros que se hicieron en Asturias", explicó Olaya Romano, presidenta de la asociación "Llacín". Se trata del principal evento del colectivo en el año y ponen todo su ahínco en "preservar la esencia de las tradiciones, es el rasgo diferencial", añadió la representante. La implicación de toda la vecindad en el mercado es otra de las características más entrañables. La quesería y la familia de María José Sánchez García son buenos y fieles ejemplos de ello, pues llevan desde la primera edición del mercáu. Elaboran queso fresco y curado de vaca (lo s más tradicionales en Porrúa), pero también de cabra, de oveja, tres leches y ahumado.

"Siempre tuvo mucha aceptación, es el referente de los mercados", apuntó Sánchez antes de que otra vecina, Tere Tamés Romano, confirmara el éxito que apunta esta edición. "Hubo mucha gente ya por la mañana, que otros años suele estar más flojo", explicó la vecina, quien también barajó la influencia de que ayer el día no estuvo muy de playa. Sea como fuere, Porrúa sigue marcando estilo a la hora de viajar en el tiempo y dejar al visitante más que satisfecho.