Longoria (Belmonte),

Lorena VALDÉS

A los vecinos de Longoria (Belmonte de Miranda) les pica la curiosidad. La actriz Eva Longoria, ha anunciado que les va a visitar en noviembre acompañada de sus padres para conocer sus orígenes asturianos. El medio centenar de habitantes de este pueblo del Suroccidente asturiano ya piensa en los preparativos. «Cuando llegué lo primero que tiene que hacer es cambiar esos tacones tan altos que lleva, más que los de Letizia, por las madreñas que va a ir mucho más a gusto. Y después comer un buen plato de fabada o unos frixuelos de los que hacemos aquí, que falta le hace, que está demasiado delgada», comentan entre risas sus paisanos, sabedores que la actriz es de las que nunca es infiel a su dieta.

En Longoria se respira tranquilidad, tanta que los vecinos no se alteran ni un ápice ante la idea de que la estrella de Hollywood pueda llegar cualquier día con su padre Enrique Longoria y su madre Eva Mireles. Para las vecinas mayores Eva Longoria es una gran desconocida. «Esa mujer, ¿qué es? ¿una historiadora?», pregunta Alicia Álvarez. Inmediatamente, un grupo de jóvenes le ponen al día. Para ellas la actriz de 34 años "es muy guapa, va siempre tan puesta, no creo que se anime a darnos ningún truco de belleza», bromean.

Los vecinos no las tienen todas consigo y temen que a última hora, Longoria no haga acto de presencia. «Si al final viene, pues la invitaremos a pasar a tomar algo en casa, unas castañas y un poco de sidra, por ejemplo», afirma Uvaldina López que nunca ha visto en la televisión a la actriz. Curiosamente ella y su marido José Fernández y viven el palacio de Longoria, el mismo que habitó Lorenzo Suárez de Longoria, ascendente de la actriz. «El palacio de siempre fue conocido, pero ahora mucho más». Lejos de agobiarse por las visitas, el matrimonio asume esta popularidad repentina con mucho sentido del humor.

Los que están encantados con la idea de poder ver de cerca de la atractiva actriz de «Mujeres desesperadas» son los hermanos Alejandro y Juanjo Rodríguez. Ellos ya tienen preparadas sus armas para seducirla. «Le tocaremos unas piezas de gaita y tambor y luego si quiere le damos un paseo en nuestra yegua "Mora" que aquí hay mucho paisaje que ver». Inmediatamente, una conocida les lee el pensamiento: «¡Qué más quisieras, guaje que pasear a la Longoria por aquí!».

El efecto Longoria ya ha hecho efecto en el pueblo belmontino de sus orígenes. Para sus habitantes lo fundamental ahora es «saber qué día exacto vendrá para estar en casa».

¡Cómo para perderse la visita!