Nunca unas vacaciones de incógnito han sido más fotografiadas. Vimos a la pareja del Mundial saliendo de Barajas, paseando por San Francisco y Los Ángeles y tomando el sol en una piscina con fotos de excelente calidad y bien elegidas (nada de pillados con grano de teleobjetivo abusón, nada de mala cara como en la desfavorecedora foto que Eva Longoria colgó en Facebook). Y ahora es la llave inglesa la que abre otra puerta en las vacaciones de Carbonillas (hagámonos ya con la etiqueta para ahorrar espacio) pero con el protagonismo absoluto para ella. Para Sara. El beso mundialista de su novio la ha convertido en actriz a la fuerza, icono de romanticismo catódico cocido a la medida del molde youtube. Menuda encrucijada: cuando quiera ejercer de periodista deportiva, el espectador estará viendo a la mujer del happy kiss, a la novia del héroe, a la belleza ibérica que se va de vacaciones secretas a la vista de todos, a la protagonista de la noticia. Sola ante el penalti.