La factura de la "fartura" en "Casa Parrondo" son palabras mayores. Este restaurante asturiano situado en el centro de Madrid revolucionó las redes sociales con una llamativa cuenta para ocho comensales: la "dolorosa" ascendió a 49.292 euros, más de 6.000 euros por persona. Y en ella hay de todo y casi todo de lujo. Dos kilos de angulas del Nalón, a razón de 1.500 euros el kilo, cuatro kilos de percebes por 600 euros, cuatro kilos de cigalas de anilla roja por un total de 6.000 euros y una "asequible" lubina a la sal, a 30 euros la ración, conformaron la carta de pescados y mariscos. La carne siguió engordando la cuenta: los tres kilos de solomillo de buey sumaron otros 600 euros. Hasta ahí la comida. Pero la factura sigue.

Regar semejante banquete no salió barato. Cuatro botellas del vino español Flor de Pingus sumaron 8.000 euros pero la clave fue el champagne, marca Luouis Roederer. Cada botella sumó 15.000 euros más y se tomaron dos. Luego llegaron la copas: una botella de whisky a 400 euros y ocho gin tonic de Hendrick's a 120 euros engrosaron la lista. Con todo, los 120 euros del postre, un "souffle especial", supieron a poco. Tras la copiosa cena, el café. Se tomaron 16 cafés, a 3 euros la unidad, que sumaron 48 euros de cafeína al ticket junto a 32 euros más en tabaco.

La verdad sobre la "facturona"

Aunque no han trascendido los nombres de los comensales, se trataría de ocho empresarios del metal, al menos uno de ellos asturiano. La cena se alargó hasta las siete de la mañana, con partida de pócker incluida. El origen de este ticket que corre como la pólvora por internet procede, según algunos usuarios, de un camarero despedido de la sidrería madrileña. Sin embargo, el dueño del local, Nicolás Parrondo, no contestó ayer a las llamadas de este periódico para esclarecer el tema.

La factura de Casa Parrondo lleva semanas circulando por internet. Lo cierto es que lo elevado de su importe (el dueño llegó a asegurar que las había tenido mayores) levantó todo tipo de especulaciones. Hubo quién trató de ver en lo sucedido la mano de los "sindicalistas que se fartucaron" en un restaurante de Madrid después de una huelga. Otros dicen que fue un camarero el que hizo que trascendiera la "facturona" para vengarse por un despido. Lo cierto es que se pagó. Le pese a quién le pese (sobre todo a quienes tuvieron que desembolsar los casi 50.000 euros).