Pocos se atrevieron a perderse la despedida de "l'enfant terrible" de la moda francesa, Jean-Paul Gaultier, que dijo adiós a las pasarelas por todo lo alto con un espectacular desfile que reunió a sus musas y amigos junto a sus más icónicas creaciones. Cuando un evento cuenta con Gaultier no hay lugar para la tristeza. Lejos del llanto, el desfile acabó siendo una celebración de 50 años dedicados íntegramente a la creación de una estética y una actitud que ha entrado en la historia de la moda.

"He tenido la suerte de poder hacer lo que me gustaba", dijo el diseñador a la prensa tras el espectáculo en el teatro de Châtelet de París, que duró cerca de hora y media.

Ni siquiera él lloró, como pensaba que haría al ver a todos sus amigos reunidos, entre ellos las actrices Dita Von Teese y Rossy de Palma, que desfilaron, respectivamente, con un traje lencero y con un tutú negro compuesto de abanicos.

Desde las butacas del teatro, la lista de figuras de la industria que acudieron para rendir homenaje al creador parecía no acabar: desde Anne Wintour, la respetada directora de "Vogue USA", pasando por modelos y exmodelos como Carla Bruni, Inès de la Fressange, Laetitia Casta, Eva Herzigová, Andrés Velencoso o los diseñadores Isabel Marant, Clare Waight Keller y Nicolas Ghesquière.

La colección de alta costura primavera-verano 2020 fue una selección de los mejores éxitos y de las que han sido sus grandes obsesiones: los vaqueros, los corsés, el estilo marinero, la androginia, que llevó aún más lejos en lo que él calificó como una "celebración del ayer, del hoy y del mañana". El desfile, que contó con 120 modelos, comenzó como un sepelio: todos en negro veían bajar por unas escaleras un ataúd llevado a hombros por varios modelos masculinos. Pero el sarcófago tenía dos pechos cónicos por delante y los modelos lo llevaban a ritmo de samba.