"Sandie Shaw”

Luis Rivaya

Luis Rivaya

Soy ovetense, asturiano y español, pero como todos los estudiantes de mi quinta, el idioma que me tocó aprender en aquellos años sesenta fue el francés. Por aquel entonces y hasta la llegada de The Beatles (aquellos cuatro “escarabajos melenudos con flequillo” salidos de un garito de Liverpool), eso de estudiar inglés en nuestros colegios casi ni se mencionaba por mucho que fuera la lengua materna del gran escritor William Shakespeare del que algunos dijeron que se hizo famoso por todo lo que dudaba, es decir,  por estar todo el día con aquello de “Ser o no ser, esa es la cuestión”.

Más que hablar su idioma y como uno más de alguno de nuestros responsables políticos me limito a balbucear algunas frases típicas que todos hemos aprendido como para felicitar los cumpleaños por ejemplo, con ese tan cantado “Happy birthday to you” o siendo joven tratando de impresionar a alguna chavala con ese “I love you… baby” que prácticamente conocemos todos.

Titular con dos palabras anglosajonas mi artículo no es por ser pedante ni para presumir de mi inglés. Me gustan la música y el cine y hace dos semanas utilicé el título de la película “Taxi driver” porque sin querer derivo hacia ambos artes con mucha frecuencia. No nos rasguemos las vestiduras: El idioma inglés se habla en todos los rincones del mundo -nos guste o no- a los casi seiscientos millones de hispanoparlantes que habitamos la faz de la tierra.

Sandie Shaw (que en pocos días cumplirá setenta y siete años), es una cantante británica que ganó el Festival de Eurovisión en 1967, es decir, un año antes de que Massiel lo hiciese para España. El tema que la consagró en toda Europa se tituló “Puppet on a string” que fue traducido al español como “Marionetas en la cuerda”. También y sin querer ser derrotista, me vino a la cabeza que podría utilizarlo como base para el artículo de esta semana al ver, leer y escuchar todo cuanto estaba pasando en nuestro país. La letra de la canción me pareció que encajaba perfectamente.

Quienes primero “arrancaron” y nunca mejor dicho, fueron los transportistas hartos de ver como en Francia les destruían la carga que llevaban en sus camiones. Incluso alguno, terminaría volcado. La situación -como se dice en las redes sociales- se hacía viral en casi todos los medios de comunicación.

Tirados en las autopistas galas, sin dormir y viendo como se echaba a perder su mercancía, los camioneros no daban crédito a que Francia no moviese ficha para detener las protestas y agresividad de los suyos ni que España saliese a la palestra en su defensa ante la impasibilidad de la Comunidad Económica Europea, CEE. Transportistas y patronales del gremio denunciaban que nadie pusiera remedio a tan triste, costosa y desalentadora situación.

Derramar miles y miles de litros de leche en el asfalto o toneladas de frutas y verduras cultivadas con mimo y cariño en España es, sin ninguna duda, una total aberración teniendo en cuenta la cantidad de bocas hambrientas que apenas tienen nada para comer. ¿Dónde están nuestros políticos, nuestros defensores, sean del signo que sean?...

 Querida Sandie Shaw: cuánta razón tenías al cantar aquello que decía “¡Ay! Si me quisieras lo mismo que yo... pero somos marionetas bailando sin fin en la cuerda del amor…”

El movimiento de los trabajadores del transporte dio paso al de nuestros agricultores. Y como “no hay dos sin tres”, a los trabajadores del campo también se unieron los ganaderos. Ambos colectivos lo están pasando realmente mal porque nada les renta su esfuerzo y duro trabajo.

No cabe duda de que son muchos los problemas a los que se enfrentan. Aparte del temido cambio climático con temperaturas inusuales, la pérdida de cultivos, los acuíferos sin agua o en general, la terrible sequía que asola al planeta teniendo a muchos embalses y pantanos bajo mínimos, se unen las otras auténticas “aves de rapiña” como describía un agricultor al hablar de los intermediarios entre quienes cultivan la huerta y los consumidores finales.

Se decía desde antiguo que “el campo es para quién lo trabaje” y yo añadiría “…pero sin morir en el intento”. Estoy convencido de que si la gente del campo se ha movilizado es porque ya no puede más. Y viendo imágenes de alguna manifestación hubo una pancarta que me dejó impresionado. En ella se leía: Un kilo de mandarinas… ¡¡0,15 céntimos de euro!! Y debajo: Una bolsa de plástico… ¡¡0,16 céntimos!!  Pero de verdad ¿es esto posible?

Cuando estamos hablando de terminar con el plástico por tierra, mar y aire resulta que a los agricultores… ¿Les pagan su fruta más barata que las bolsas de plástico que hasta no hace mucho ni se cobraban?

Creo que a todos se nos quitan las ganas de seguir confiando en los representantes que elegimos democráticamente. La letra del tema de Sandie Shaw de hace 57 años creada por Bill Martin y el irlandés Phil Coulter nos sigue viniendo que ni pintada para la historia de hoy y encaja perfectamente pues en otro fragmento dice: “Un payaso de feria seré queriéndote siempre así; dando vueltas de amor viviré siempre cerca de ti…”

No quedaba otra y los tractores se echaron a la calle. Bueno, en realidad a las calles, plazas, carreteras y autovías. Hubo cortes en varios lugares y algunas cargas policiales cuando todavía muchos seguíamos impactados por el ataque mortal de unos narcotraficantes a una lancha Zodiac en el puerto de Barbate (Cádiz), en el que perdieron la vida dos guardias civiles en acto de servicio resultando heridos sus compañeros.

También las fuerzas del orden bloquearon algunas carreteras y los tractores optaron por moverse por caminos de tierra próximos a las mismas en donde se encontraron con los agentes de la autoridad. Oficialmente las movilizaciones contaban con el respaldo de varias organizaciones agrarias pero de los sindicatos mayoritarios y de las altas esferas ministeriales poco se sabía. Mientras la canción de ya mi amiga -“my friend”- Sandie Shaw seguía sonando con sus certeras palabras: “No sé ni dónde vas ni dónde me llevarás… Esta angustia de estar sin saber cuando tú me querrás es la cuerda que puede romper nuestra felicidad…”

 Por fin hay reunión entre las partes y nos dicen que hay acuerdo. Más tarde que seguirán las movilizaciones porque lo ofrecido no cumple las expectativas de los demandantes… ¿En qué quedamos? ¿Hay acuerdo o no lo hay? Los transportistas, agricultores y ganaderos parece que ya se han aprendido de memoria la letra del tema triunfador en Eurovisión ‘67  y cantan con todas sus fuerzas su grito desesperado: “¡Ay! Si me quisieras lo mismo que yo… pero somos marionetas bailando sin fin en la cuerda del amor…”.

Tengo la sensación de que al ser humano no le interesa ser feliz, vivir en paz ni disfrutar de la vida con todo lo maravillosa que puede ser. O nos estamos volviendo todos locos o algo realmente no funciona bien y mucho me temo que esto no lo arregla ni la tan cacareada inteligencia artificial.

Al tiempo, en EE.UU. un candidato a la presidencia está inmerso en varios juicios y de otro dicen que se encuentra desorientado a todas horas… Desorientados estamos los asturianos con el lío de la ITV o cuando, aparte de obras y remodelaciones que habría que hacer, la FIFA pide cincuenta millones de euros al Ayuntamiento de Gijón para seguir optando a ser sede mundialista. ¿Deporte o negocio? ¿Recuerdan cuánto le costó a Asturias el mundial del año 1982 cuando la selección argelina se concentró en “El Campuloto” de Ceceda (Nava), y jugó en El Molinón?

Está claro: Hay aprovechados y hay débiles; buenos y malos, ricos y pobres, etc. El mundo de nuestros días queda definido en un binomio: “Listos y tontos”. Los que piden que paguemos y los que tenemos que pagar. Y rizando el rizo y como final a mi historia de hoy se me ocurre pensar que Sandie Shaw, aparte de por el éxito alcanzado con muchas de sus canciones (“Rose garden”/“Jardín de rosas”, fue otra), también se hizo famosa por cantar con los pies descalzos al menos hasta aquél histórico triunfo en Eurovisión. Y por los derroteros que van los tiempos, también muchos quedaremos descalzos.

Lo que no he podido confirmar de mi amiga inglesa es si luego siguió cantando descalza cuando empezó a ganar tanto dinero. Quizás terminase siendo cliente de los afamados Jimmy Choo o Louis Vuitton que son los fabricantes de las marcas más caras de calzado para mujer. Dos empresarios que, con toda seguridad, ganan bastante más que cualquiera de nosotros. Y por supuesto y sin romperse el alma desde el amanecer, mucho más que los transportistas, agricultores y ganaderos.