Opinión

El árbol del ahorcado

Retrocediendo mentalmente en el tiempo llego hasta mis primeros estudios y desde ellos a la clase de Religión que junto a la Gimnasia y la Política, o Formación del Espíritu Nacional -tela marinera- formaban aquel grupo de asignaturas conocidas como las “marías”.

“Marías” o no, en los años sesenta y estudiando en colegios de “curas” (y no hablo de sanidad ni enfermería), ninguno de los jóvenes estudiantes nos cuestionábamos si la Religión era o no una asignatura obligatoria… ¡Y vaya sí lo era! Eran otros tiempos y vivíamos bajo otro régimen y con otras normas y costumbres. Nosotros éramos inocentes porque fueron las que nos tocaron cuando nuestros padres nos trajeron al mundo.

Quizás y con coincidencia cronológica… “en aquel tiempo” yo aprendía que el apóstol Judas Iscariote había puesto fin a su vida de una forma escabrosa e impensable para mí hasta ese momento. “En aquel tiempo…” -frase con la que siempre empezaba el evangelio en misa- también se estrenaba la película que da título a mi artículo de este último domingo de mayo: “El árbol del ahorcado”, un film dirigido por Delmer Daves protagonizado por Gary Cooper, Karl Malden, George C. Scott y María Schell entre otros grandes actores de Hollywood.

Por películas del oeste, por los westerns americanos, sabemos cómo se las gastaban los vaqueros para saldar deudas con cuatreros y forajidos siempre que tenían algún árbol cerca. Casi, casi, como lo de ahora, pues unos y otros están todos los días tensando la cuerda. Una cuerda de la que depende la estabilidad mundial. Me refiero a la cuerda de la paz que es algo que se puede romper en cualquier momento por la tensión a la que muchos políticos la tienen sometida de continuo.

Desde hace un tiempo soy el nuevo responsable del reloj de pared que también “está colgado” en el salón de casa. En mi afán por tener tranquila y confiada a la familia, puse desde el primer momento toda mi entrega para que dicha máquina del tiempo (primer regalo que se hicieron mutuamente mis suegros hace setenta años), no fallase, ni se detuviera. Como Jesús López Terradas, responsable del reloj de la Puerta del Sol de Madrid, asumí sin rechistar las obligaciones del cargo hasta que a los tres días de mi debut como relojero, me cargué la cuerda por exceso de celo, es decir, apretar más de la cuenta.

Salvé gracias a mi amigo Tino González, un hombre popular y solidario muy conocido además de gran artesano. Vive en Bárcena de Cicero (Cantabria), y todos los años viene a vernos a Villaviciosa con Carmen Sañudo -su esposa- y otro matrimonio amigo. Antiguo camionero, Tino es tallista de madera, mecánico, relojero y todo lo que le pidas. Un auténtico crack como dicen las nuevas generaciones

Mientras estudiaba fui músico en aquellos años jóvenes y vi a mis compañeros (yo era el batería), como se les rompían las cuerdas de sus guitarras Fender por tensarlas más de la cuenta… También como aficionado a la pesca con caña siempre recuerdo como una noche tuve enganchada una dorada muy grande en la entrada de la Ría de Ribadesella. Por más sedal que soltaba y pese a contar con la ayuda de varios pescadores que estaban cerca de mí... aquel enorme pez terminó rompiendo el sedal después de más de treinta y cinco minutos de lucha conectados uno al otro. El nylon no aguantó tanta tensión.

Nunca he hablado con ellos y desconozco si Don Pedro Sánchez Pérez- Castejón o si Don Alberto Núñez Feijóo tocan o han tocado la guitarra alguna vez como Don Antony Blinken, Secretario de Estado de los Estados Unidos. Tampoco sé si les gusta la pesca como ocurría con Don Francisco Franco, Don Felipe González o Don Francisco Álvarez-Cascos por citar a algunos nombres muy conocidos. La realidad es que tanta tensión puede llevarles (y de paso, llevarnos a todos), a una ruptura de la paz… A una situación mucho más peligrosa. Algo que la inmensa mayoría de los españoles no queremos.

A esa lucha directa y enconada que mantienen los líderes de ambos partidos políticos se suman otros nuevos frentes abiertos entre otras formaciones como ocurre entre los independentistas catalanes, o con Vox y PP o Sumar y PSOE.

Pero no contentos con este lamentable clima que ellos mismos han creado, adoptan una actitud tipo “onda expansiva” que complica las relaciones institucionales con países como Israel (sumido en plena guerra con Palestina), o con Argentina (que bastante tiene ya con tratar de arreglar su economía y demás). Ojo porque el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu está tan enfadado como el presidente Javier Milei que aún no nos ha mostrado su motosierra…

Llegado hasta aquí les propongo un cambio de tercio pues esta semana nos ha dejado Doña Ángeles Flórez Peón, más conocida por “Maricuela”. Una mujer nacida en Blimea en 1918 que vivió fuera de España -exiliada- y que regresó a Gijón en el año 2013. A “Maricuela” tuve la suerte de conocerla personalmente al tener que recogerla en mi coche y traerla a la Villa compartiendo con ella una tarde-noche antes de llevarla nuevamente a su domicilio gijonés. Creo que haberla conocido y escuchar y rememorar sus vivencias gracias a un pequeño homenaje preparado por la ya extinta Tertulia Rita Caveda Solares (creada en 2005), me hizo empezar a pensar de otra manera y con la mente mucho más abierta.

Reconozco que me encantó la señora y mucho más cuando viajamos solos sin el formalismo y la sobriedad que conllevan los actos oficiales y que lógicamente, cuentan con la presencia de público. Por cuanto vivió, luchó y por todo lo que le tocó sufrir, le deseo ahora que definitivamente pueda descansar en paz.

Tal vez para recuperar el ánimo tras la noticia de “Maricuela” detengo mi escrito para tomarme un café y repasar los mensajes y correos recibidos en las últimas horas. Es cuando me entero de la muerte de un buen amigo y político local (antiguo trabajador de la planta de Nestlé en la Villa), además de compañero en otras lides y con quien viví muchos momentos importantes, personales y profesionales, a lo largo de muchos años: Manolo Busto (Juan Manuel Busto Alonso), exalcalde de Villaviciosa por URAS entre 2007 y 2011 tras haber sido concejal y teniente de alcalde desde el año 1991 militando en el Partido Popular.

Lo primero y desde aquí, enviar mi más sentido pésame a toda su familia, amigos y vecinos porque se nos ha ido un hombre discreto y bueno (tal vez demasiado), pero que cuando hizo falta supo demostrar con seriedad toda su valentía y orgullo para defender su derecho a ser regidor de la capital manzanera de España. En privado Manolo Busto me confesó lo siguiente: “Estaba harto de tantas promesas, desaires y mentiras del partido en el que militaba desde siempre y se me aseguró que sustituiría a Asensio Martínez en la alcaldía, pero, cuando llegaba la hora de la verdad, volvían a dejarme fuera… Fue entonces cuando el expresidente del gobierno asturiano Sergio Marqués me ofreció hacerme cargo de la candidatura de Unión Renovadora Asturiana (URAS), con la que llegamos a la alcaldía de Villaviciosa pese a lo difícil que lo pusieron algunos adversarios políticos -especialmente los del PSOE- cuando estábamos reunidos en el Hotel Casa España en dónde hubo y pasó casi de todo…”

Llegada la siguiente cita electoral en el año 2011, Manolo Busto decidió abandonar la política pidiéndome que me hiciese cargo de la nueva candidatura del partido: “Luis, te conoce mucha gente por la Televisión de la Comarca de la Sidra y tú eres un buen candidato…Tienes que renovar todo mi equipo, pues me he sentido muy decepcionado con algunas de las personas que me han acompañado. Haz borrón y cuenta nueva…”. Y así lo hice sin tener éxito alguno, pero con la tranquilidad de que trabajamos todo lo que pudimos sin medios, apoyo y subvención de ninguna clase, pues el fondo económico del partido había desaparecido. A pesar de todo fue una experiencia maravillosa que ahora vuelvo a recordar con la marcha del bueno de Manolo Busto, padre de un grandísimo multicampeón mundial de piragüismo (sin Premio Príncipe ni Princesa), y siempre al servicio de los ciudadanos de Villaviciosa. Solo me falta decirles que mi amigo Manolo Busto Alonso, siempre fue muy valiente e incluso hasta… ¡torero! Algo que muchos desconocen.