Un día de trabajos con la lanzadera de agua a presión ha sido suficiente para arrancar el material más inestable de la ladera que el sábado se derrumbó entre Soto de Dueñas y Arobes, obligando a cortar el tráfico de la carretera nacional 634 en el punto kilométrico 347.

La lanzadera estaba instalada junto al argayo ayer a las nueve de la mañana. La limpieza no comenzó hasta las 11,30 horas. El motivo del retraso fue que los operarios recibieron previamente un curso de prevención de riesgos laborales. Después, responsable de la grúa y otro de la lanzadera de agua se encaramaron en la cesta extensible de la grúa telescópica e iniciaron los trabajos a 45 metros de altura. La manguera contaba con 125 metros de largo y una lanza de 3 metros. Abajo, otro empleado controlaba el margen de oscilación de la presión del agua, que alcanzó entre los 50 y los 200 kilos. Ingentes cantidades de agua, tierra y roca se desprendían de la ladera para acabar en la balsa de contención de 30 metros construida junto al argayo. Dada la cercanía de las vías de Feve, los trabajos eran interrumpidos cada vez que pasaba un tren. Una cuba fija recibía agua de otra móvil que se surtió de una boca de riego del polígono industrial de Prestín. Se descartó la opción de utilizar bocas de riego de Arriondas por temor a que la población se quedara sin suministro.

Paralelamente a los trabajos de limpieza con la lanza de agua a presión, que se prolongaron hasta última hora de la tarde, una pala se encargaba de cargar en un camión restos de los sedimentos.

El siguiente paso ahora consiste en subir al talud una miniretroexcavadora con la ayuda de una grúa y dejarla colgando para que remate los trabajos y pique los materiales peligrosos que el agua no consiguió llevarse por delante.

En cuanto a la reapertura al tráfico de la carretera, nadie se atreve a dar plazos. Se baraja la posibilidad de abrir un paso regulado por semáforos. Mientras se solventa el problema, los vecinos de las localidades por donde pasan los dos desvíos (Llames de Parres y Prunales con Cuadroveña) soportan con resignación el aumento de tráfico. "Al principio no me atrevía ni a coger el coche para recoger a mi hija en el instituto", relata Sonia Estrada, vecina de Prunales. "Con tanto tráfico y al ser la carretera tan estrecha y las cunetas tan largas me pongo muy nerviosa porque algunos suben muy lanzados y para la gente mayor que sale a caminar puede ser un peligro", apunta.

Comerciantes parragueses como Gema Castaño, dueña desde hace 29 años de una tienda confiesan no sentirse afectados directamente por el corte de la carretera. "La gente de aquí está acostumbrada a circular por carreteras malas y no va a dejar de venir a comprar por eso", dice. "A quien más afecta es a los conductores, como el que me trae la fruta, que reparte hasta Sevares y allí tiene que dar la vuelta hasta Lieres para coger la autovía y venir a Arriondas", comenta.

El desprendimiento del sábado, que tapó por completo los dos carriles y afectó a la vía del tren es el más grave pero no el único. Justo un día antes y a pocos metros del argayón, en dirección a Ozanes, se produjo el desprendimiento de una roca de varias toneladas que cayó en el centro de la vía y obligó a cortar durante varias horas uno de los carriles. Su peso y tamaño era tal que tuvo que solicitarse una segunda pala para retirarlo de la calzada. El 31 de enero se produjo un leve desprendimiento de tierra en la nacional 634, junto a la curva del Taragañu, que obstruyó el arcén, muy transitado por ciclistas y a punto estuvo de invadir un carril.

La gran cantidad de argayos preocupa a vecinos como Gabriel y Moisés Pérez, residentes en Ozanes, que miran con recelo a la carretera cada vez que arrecia el mal tiempo. "Hace 15 días, cerca del merendero de Soto de Dueñas, le cayó a un chaval que conducía delante de nosotros una piedra que le provocó un reventón en la rueda. Afortunadamente se quedó en un susto", relatan. "Estaría bien que pusieran un túnel con ojos por donde entre luz, al estilo del que hay en la carretera de Garachico, en Tenerife", dicen. Otra solución sería que el trazado la carretera pase por el otro margen del río Piloña "para evitar desgracias", aseguran estos vecinos.