Todo jugador de ajedrez sabe que llegado el caso habrá de sacrificar alguna pieza para que la partida siga viva y salvar a la figura más relevante: el hasta ahora secretario de organización del PSOE asturiano, Jesús Guitérrez, tiene muchas papeletas para ser la diana que justifique las críticas a la gestión de la dirección del partido saliente. Pero esta opción que podría ofrecer una lectura dulce de la reprobación a la labor de Javier Fernández por parte de la militancia afín al nuevo secretario de la FSA, Adrián Barbón, tiene un poco de argumento artificioso.

Las calculadoras de "barbonistas", partidarios de Pérez y "javieristas" incondicionales echan humo. Las cuentas salen por la mínima, afirman fuentes de ambos sectores. "La ejecutiva saliente aprobará la gestión, pero quedará visible la situación del partido", dice un dirigente afín a Barbón. "Está claro que hay un movimiento organizado para cuestionar a Fernández", aseguran los de José María Pérez.

Sobre la mesa de Javier Fernández, que asiste en silencio a cómo se resuelven las tensiones del partido, permanece el "botón nuclear": la bomba que supondría una hipotética renuncia, que habría que resolver con una complejísima nueva investidura. Cierto es que un aprobado consuela, aunque no insufle la seguridad que otorga un sobresaliente. Pero también la oposición sacará a relucir las notas que saca en su casa el Presidente.