Gijón, Pablo TUÑON

Los éxitos más sonados del TSK Roces en fútbol campo seguramente serían imposibles de alcanzar si el club no manejase tan bien la estructura de equipos de pista con la que cuenta en la actualidad. Indudablemente, esas categoría de base, las de las edades más tempranas, se han convertido en un surtidor de futbolistas fundamental para mantener en marcha la gran maquinaria en la que se ha convertido el TSK Roces, sin duda uno de los sustentos fundamentales para el fútbol base no sólo de Gijón, sino de toda Asturias.

«El Roces este año no ha traído ni media docena de jugadores de fuera para los equipos de sala. Prácticamente todos provienen de categorías inferiores y de nuestras escuelas deportivas. Y además, es muy frecuente que vayan completando todos los pasos en las categorías de campo», explica Víctor Holguera, coordinador del club gijonés.

El ejemplo más clarificador es el de José Aurelio Suárez, portero del cadete del Roces que fue fichado la temporada pasada por el Barcelona para jugar con los juveniles blaugranas. «En este caso el chaval comenzó en nuestra escuela deportiva del colegio Montevil y, con siete años, pasó a nuestros equipos federados de pista. Fue cumpliendo sus pasos en el Roces hasta que llamaron de La Masía», explica Víctor Holguera.

De hecho, la salida de jugadores a otros clubes es otro factor al que se enfrenta con mucha frecuencia el Roces, gran proveedor del Sporting. Sin ir más lejos, este año les han quitado a algunos jugadores que pasaban a alevines o, incluso, a los que todavía les corresponde jugar en pista. «Están en un error y a la prueba nos remitimos. Cuanto más mayores lleguen a Mareo, más posibilidades tienen de salir con éxito hacia delante los jugadores. Es algo que se ve a diario», señala Holguera, que, sin embargo, matiza que los peor son las maneras con las que se los llevan. «No nos molesta que nos lleven a los críos, sino más bien la forma en que lo hacen. Ni siquiera vienen a saludarnos para ficharlos», denuncia Holguera.

Otra de las demandas que pide el club gijonés es la colocación de un techo para su pista de fútbol, algo de lo que se habló en un pasado y que creen muy necesario. «Queremos tener una pista como la de cualquier colegio, que esté atechada», reclama Holguera, que tiene un arduo trabajo con la coordinación técnica de los nueve equipos de pista y los doce de fútbol campo, además de escuelas y campus.

En cuanto al fútbol pista, el trabajo del Roces empieza precisamente con su campus de verano y sus escuelas deportivas, de las que cuentan con tres en los colegios Severo Ochoa, Montevil y Antonio Machado. «Tenemos escuelas deportivas de cuatro y cinco años. Todos los años organizamos el campus en mayo y de ahí escogemos a los 20 niños más entrenables de 4 años y otros 30 niños de 5 años, que después pasarán a los equipos del Roces», explica Holguera.

A partir de ahí, los críos pasan a formar parte de los conjuntos federados de pista. Primero en categoría prebenjamín y después en benjamín. «En la actualidad hemos conseguido tener dos equipos en primer nivel, pero el objetivo primordial es simplemente hacer crecer a los niños deportivamente», explica el coordinador del Roces, que añade que «los elementos en los que se hace más hincapié a estas edades tan tempranas son la técnica y la coordinación».

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