Villaviciosa,

Franco TORRE

«No nos libramos de la carcoma. Parece que no la vayamos a erradicar nunca». La comunidad de monjas clarisas de Villaviciosa continúa su ardua batalla contra la carcoma. Una lucha desigual en la que se juegan el futuro del monasterio de la Purísima Concepción, hogar de la orden en la capital maliayesa.

Pese a la prolongada lucha contra la plaga, la madre abadesa de la comunidad de monjas clarisas de Villaviciosa, María Luisa Picado, no se resigna a hincar la rodilla. «La gente, las asociaciones y las instituciones nos están ayudando mucho, aunque todavía queda por realizar la mayor parte de la obra», indica la religiosa.

Desde que se detectó la gravedad de la plaga, poco antes de la Semana Santa de 2008, las clarisas han iniciado una intensa recaudación de fondos para financiar las obras de restauración, cuyo coste estimado ascendía en un primer momento a los 200.000 euros.

Pese al apoyo popular e institucional con el que la orden contó desde el principio, diversas circunstancias han demorado y encarecido los trabajos, que en la actualidad apenas se han concluido en una tercera parte. El primer problema con el que se encontraron las religiosas fue que una vez que habían comenzado las obras se descubrió que la red de saneamientos del monasterio se encontraba en un estado próximo al colapso, ya que las aguas residuales iban a un pozo negro.

Esta segunda obra disparó el presupuesto total de la restauración y cambió las prioridades de los trabajos. Tras más de un año de obra, los saneamientos ya están renovados casi por completo, y las religiosas confían en que se concluyan antes de la llegada del invierno.

Además de esta circunstancia, algunos episodios puntuales, como un robo y una intensa polémica con la SGAE a cuenta de la representación de «El avaro», de Molière, han ido en detrimento de la campaña de recogida de fondos.

No obstante, el apoyo de vecinos y asociaciones a cada nueva propuesta de las religiosas, y las importantes donaciones tanto de entidades privadas como públicas han propiciado que el flujo de dinero no haya dejado de correr y las obras no se hayan detenido.

Hasta la fecha, se ha realizado un tratamiento anticarcoma en todo el inmueble, ejecutado en noviembre del año pasado y sufragado por el Gobierno regional, y se han sustituido las vigas de una de las cuatro pandas del monasterio, asegurando, además, los listones con vigas de acero.