Grado, Ignacio PULIDO

El parque Manuel Pedregal, sito en la capital moscona, se convirtió ayer en una ventana al mundo. Por sexto año consecutivo, este espacio verde fue escenario del Mercado del Mundo, una iniciativa promovida por el Ayuntamiento y en la que se dan cita varias organizaciones no gubernamentales así como artesanos procedentes de diversos puntos del globo terráqueo. Los objetivos: tender una mano al resto de culturas y luchar contra el racismo.

Ni siquiera la constante amenaza de lluvia impidió que decenas de visitantes se dejaran caer por el mercado, integrado por cuarenta y seis puestos entre los que se contaban organizaciones no gubernamentales tales como Intermon Oxfam o Médicos del Mundo y artesanos procedentes de países tales como Ecuador, Uruguay, Ecuador, Guatemala, Brasil o Senegal.

María Fernández y Laura García son dos miembros de la ONG Promoción y Desarrollo (PROYDE). Ayer acudieron por primera vez al Mercado del Mundo. «Esperábamos que acudiese más gente. Es nuestra primera vez aquí y entendemos que con este tiempo la gente se eche atrás a la hora de salir de casa», comentaron las dos jóvenes felguerinas, en cuyo puesto se vendían comestibles y artesanía de comercio justo.

«Llegamos aquí a las diez menos cuarto de la mañana y esto se está animando mucho», señaló Lola Menéndez, miembro de Médicos del Mundo, ayer al mediodía. «Siempre venimos. Tenemos comercio justo pero nuestra principal meta es dar a conocer nuestros proyectos y brindar información a todos los interesados», subrayó.

El Mercado del Mundo vivió su momento de mayor intensidad a la una y media de la tarde. Y es que, a esa hora, los asistentes se convirtieron en unos improvisados espectadores de un espectáculo de danza. Apenas una hora antes, el bailarín senegalés Maissa Diouf ofreció a todos los interesados un taller de bailes africanos. «Esta iniciativa ha sido muy bien acogida», subrayó Beatriz Canitrot, organizadora del evento y miembro de la agencia de desarrollo local moscona.

A los pies del quiosco del parque, Diouf interpretó para el público varios bailes tradicionales. Acto seguido, la pareja compuesta por Elisa Novo y Alberto Areces se lanzaron al escenario al ritmo de la música latina y cedieron el testigo a Asshifaa Nur y Belén Novo, las cuales interpretaron la danza del vientre. Finalmente, Novo y Areces se convirtieron de nuevo en el foco de atención mientras bailaban un tango cantado por Ernesto Dávalos.

En torno a las tres de la tarde, el Mercado del Mundo echó el cierre. La Agencia de Desarrollo Local de Grado ya piensa en la próxima edición. Según Beatriz Canitrot, «se trata de una apuesta por la pluralidad y en contra del racismo y la xenofobia», nacida con la intención de convertirse en un referente y de consolidarse en el panorama de la solidaridad asturiana.