Fresnadiello (Nava),

Mariola MENÉNDEZ

Los vecinos de Fresnadiello, en la parroquia de Ceceda, están hartos de que el gobierno local de Nava desatienda sus quejas y no limpie las cunetas de la carretera del pueblo. Rubén Bulnes asegura que esta es una solicitud que vienen realizando, sin éxito, desde hace tres años. «Ya no pedimos que nos arreglen la carretera, que también tiene falta, sino que canalicen el agua de la lluvia y la que arroya de los prados. Desde hace un año llamamos todos los meses al Ayuntamiento y lo único que obtenemos siempre son disculpas», indica, resignado, este joven de la localidad. Él mismo es quien se encarga de limpiar la vía con su cuba y con la ayuda de su madre o de su cuñado, que retiran el barro con un escobón. Pero debe tener cuidado para que el agua no llegue por el camino hasta las casas del final del pueblo. Afirma que lo hacía todas las semana, pero se ha cansado de hacer ese esfuerzo y de invertir dos horas de su tiempo.

El principal problema lo tienen cuando llueve porque la carretera, al carecer de cuneta, no evacúa el agua y se encharca. Rubén Bulnes agrega que es frecuente que tenga que remolcar el camión del lechero cuando este acude a su ganadería a recoger la leche, ya que el vehículo patina. También se quejan del estado de la vía quienes reparten cada día el pan, el pescado o la fruta en el pueblo. Pero no sólo éso; los vecinos han de transitar por todo un barrizal con gran cuidado para no pegar un resbalón y darse de bruces contra el suelo. Así que el calzado más recomendable son las botas o las madreñas. Y lo de andar en bicicleta es todo un atrevimiento, a menos que uno desee llenarse de barro. «Lavas el coche y, cuando llegas a Ceceda, ya lo teienes todo salpicado», lamenta Rubén Bulnes. Este vecino también destaca el deterioro de la calzada por el paso de los maderistas que transportan la madera extraída de las talas en el monte.

A las quejas de los vecinos de Fresnadiello por el estado de la carretera se suman las de los asiduos a la ruta de montaña La Coroña-Castro, en Cabranes. Los excursionistas muestran su descontento por el estado del área recreativa de la zona, en el que la maleza campa por sus anchas, denuncian.