El helenista Pedro Olalla, natural de Siero, acudió ayer a la Pola para mantener un coloquio sobre la situación actual de Grecia. Antes del encuentro, Olalla atendió a LA NUEVA ESPAÑA.

-Es usted de la Pola, ¿no?

-Sí, esta es la razón por la que es muy emotivo para mí hacer un acto en la Pola. He vivido aquí hasta los 14 años, ha pasado un montón.

-¿Y cómo acaba un poleso en Atenas?

-Bueno, pues porque la vida es así. Una cosa trae otra y todas las decisiones que vamos tomando van condicionando nuestro destino. En mi caso, siempre mostré un interés muy grande por la cultura en general y por la cultura griega en particular, y todo eso me fue llevando paulatinamente hasta allí. No fue un amor a primera vista, sino un proceso de seducción. Desde 1984 a 1994 fui en repetidas ocasiones a Grecia, hasta que en ese año de 1994 me instalé allí con el objetivo de hacer helenismo in situ, en contacto con los estímulos y los escenarios de toda la historia griega: la gente, la lengua, los paisajes... Y eso que en un momento empezó con cierta sensación de provisionalidad se fue prolongando hasta hoy.

-Presenta libro, además...

-En realidad no es mi intención presentar un nuevo libro sino el conjunto del trabajo que he hecho en estos últimos treinta años. Quizá con énfasis, eso sí, en este último libro, "Grecia en el aire. Herencias y desafíos de la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual". Un libro sobre la democracia escrito desde Atenas, la Atenas de hoy y la Atenas del pasado que sobrevive bajo su asfalto y entre sus ruinas. Un paseo consciente por esa Atenas de hoy y de entonces, evocando aquel proyecto y aquella realidad de la democracia ateniense, y viéndola en contraste con lo que tenemos hoy. Porque Grecia está siendo un laboratorio de pruebas para atentar contra la democracia a través de la crisis, y un escenario que, como es natural, no está exento de simbolismo.

-¿Le da la sensación que las democracias occidentales, y en concreto el Parlamento Europeo, traicionan el espíritu de aquella democracia ateniense?

-Sí, por supuesto que sí. La están traicionando totalmente. Otra cosa es que nuestras democracias actuales, más allá del sistema del voto y el prestigio de su nombre, poco tienen que ver con el verdadero espíritu de la antigua democracia ateniense si nos ponemos serios en el análisis. Lo que se suele decir de que nuestras democracias actuales son una adaptación realista y adaptada a las posibilidades del presente de la antigua democracia ateniense es una falacia.

-Dice que Grecia es un laboratorio, pero también se están ensayando estas políticas en otros países, como España...

-Sí, sí por supuesto. En España se han ensayado medidas de austeridad y políticas neoliberales de una manera más encubierta, porque no se han llegado a firmar memorandos ni acuerdos de préstamo como en Grecia. Y hasta más onerosas. Pero eso no le quita a Grecia el carácter de laboratorio porque allí el proceso está más avanzado, y es evidente que estas cosas están medidas; tampoco es la primera vez que se hacen: se han hecho en el Tercer Mundo, en el sudeste asiático... pero es la primera vez que se hacen dentro de Europa y dentro de la eurozona. Un país que no tiene soberanía sobre su propia moneda.

-¿Veremos una Grecia fuera del euro?

-A mi modo de ver, Grecia debería haberse salido del euro hace tiempo. Porque no es fuera del euro donde no hay vida, sino dentro. No será fácil, pero Grecia no puede esperar a verse obligada abandonar ese barco cuando sus fuerzas estén exhaustas. Tiene que hacerlo como un ejercicio de soberanía, tomando la sartén por el mango: negando unilateralmente la deuda y llevándola a los tribunales internacionales, y comenzando una refundación del estado para tener un sueño. En este momento, las políticas que se están aplicando en Grecia no tienen absolutamente nada que ofrecer al ciudadano.

-¿Se considera en Grecia que Tsipras ha traicionado los principios por los que fue elegido?

-Por supuesto que sí, quienes pensaban que la opción de Tsipras era una opción de ruptura o de revisionismo se han sentido profundamente traicionados. Quienes no pensaban que era así y lo votaron como un mal menor, no han salido tan defraudados, pero no quiere decir que eso les contente. Syriza se ha quedado como relevo del bipartidismo y mero ejecutor del tercero y más oneroso de los memoranda que se han firmado.

-En España se ha tratado de trazar un paralelismo entre Syriza y Podemos. ¿También en Grecia?

-Sí, se juega a hacer esos paralelismos porque son dos partidos que han accedido al poder en coyunturas bastantes similares, que creen en la posibilidad de transformar Europa desde dentro, sin enarbolar la bandera de ruptura con el euro. Confiados en hacer políticas no neoliberales ni de austeridad dentro del corsé de la Unión Europea. Pero son distintos en cuanto a su genética: Podemos ha nacido de las protestas contra las medidas de austeridad y de una movilización ciudadana sin otros precedentes, y Syriza ha nacido de las fricciones dentro de los partidos de la izquierda.