Una firma maliayesa finalizó el pasado viernes la tala de eucaliptos en San Antonio. El principal motivo de la retirada de esos árboles se debe a que buena parte de esas especies están podridas. Lo explica el responsable de la empresa Maderas Vallina, Eliseo Vallina, que relaciona ese estado de deterioro con la cercanía del monte con el mar. El Ayuntamiento encargó esos trabajos también por motivos de seguridad, sobre todo, con las casas más próximas a uno de los pulmones verdes de la capital de Carreño. "Era una medida urgente", detalla Eliseo Vallina mientras acomete la tala de la parte baja de San Antonio, la más próxima con el Museo Antón. La intención municipal para por plantar árboles autóctonos.

Eso sí, la tala no ha sentado bien entre algunos vecinos de Candás. La asociación de vecinos que preside Luis Fernández se mostró crítica con esta actuación pero, sobre todo, la mayor carga es la de José Luis Valdés, residente de una casa cercana a San Antonio.

Valdés considera que ese espacio plagado de eucaliptos forma parte del paisaje rural de Candás desde, al menos, el siglo XIX. Y lo argumenta con una foto de la época en la que se aprecia un monte plagado de árboles en el que también había pinos, según destaca.

"Esa zona tiene un importante valor ecológico y la tala altera el ecosistema en un espacio con colonias de córvidos, y otras especies como colirrojos, al ser una parada circunstancial de aves migratorias", explica Valdés, que considera que los árboles también ayudaban a paliar los fuertes vientos del nordeste. "Ahora soplará mucho más", indica el candasín, que se crió en "ese patrimonio singular", del que "apenas queda nada de la flora silvestre de la zona, que fue eliminada con labores de siega".

La tala ya está hecha y las críticas fluyen pero no consiguieron paralizarla.