Felipe Pombo vistió durante casi 40 años el uniforme verde de la Guardia Civil. La mayor parte de su carrera la pasó como miembro del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Guardia Civil de Mieres. Pipo, como es conocido popularmente por compañeros y amigos, llegó a portar el piolet honorífico que el servicio entrega al miembro de estas unidades más antiguo de España. Su especialidad era el adiestramiento de perros. La profesión desembocó en pasión y, tras jubilarse en 2011, ahora regenta un hotel-residencia para mascotas. Se trata de un recinto hecho a medida de los animales, donde mima a los huéspedes, sobre todo a los perros, sus compañeros en tantas y tantas marchas de montaña y rescates en las cumbres.

"La verdad es que me lo tomo como un hobby que me permite seguir en contacto con los animales, que es lo que más me gusta". Pipo ha construido con sus propias manos un "hotel" de lujo para mascotas en Rozaes de Bazuelo, en Mieres. El recinto tiene treinta perreras de gran tamaño y una amplia cobertura de servicios, desde peluquería a sala veterinaria habilitada para poder incluso realizar operaciones. "Lo que busco es que los animales están cómodos ante la ausencia de sus dueños". El proyecto le empezó a rondar por la cabeza en 2005, tras sufrir un grave accidente mientras hacía una escalada en las Foces del Río Aller. Una piedra cedió y se fue al suelo desde una altura de ocho metros. Estuvo hospitalizado varios días. "Mientras estaba en la cama se me ocurrió la idea de montar un albergue de animales y en cuanto me repuse me puse a trabajar", recuerda.

Lo primero que hizo fue buscar una parcela. La encontró cerca de Rozaes de Bazuelo y, con paciencia y "mucho trabajo", construyó un complejo que ahora llama la atención por su cuidada estética. En plena naturaleza y con numerosas referencias a la minería, como mampostas hidráulicas o vagonetas, todo perfectamente restaurado. Antes de la inauguración había que buscarle un nombre y pensar un logotipo. Para lo primero optó por El Rasón, denominación antigua de los terrenos, para lo segundo se decantó por algo más personal: "El logo es una fotografía del primer perro que tuvo como adiestrador de la Guardia Civil: Ástor, se llamaba". El albergue tiene como finalidad acoger animales que en momentos puntuales no pueden ser atendidos por sus dueños. A efectos prácticos es un guardería. La media de ocupación supera las veinte mascotas diarias: "En verano, que es cuando más demanda tenemos, superamos en ocasiones los cuarenta animales", explica Pipo. Los perros son su debilidad, pero acepta todo tipo de mascotas: "Tenemos muchos pájaros y hurones", subraya. Sólo una vez dijo que no. Rechazó cuidar una pitón de gran tamaño: "Más allá de que me gusten o no las serpientes, lo que me impidió cogerla es que tenía que darle de comer ratones vivos y eso era superior a mis fuerzas. Una cosa es dar carne y otra es tener que ser tú quien sacrifique un animal. Y es que mi instinto era cuidar tanto del ratón como de la pitón". Salvo ese puntual suceso, en "El Rasón" todos los animales son bienvenidos. "En ocasiones, cuando alguien me pregunta, le digo en broma que me puede dejar hasta a su suegra", señala con humor Felipe Pombo.

Rodeado de animales

Desde que en 1975 consiguiera el título de adiestrador de perros, Pipo vive rodeado de animales. Si le llevan algún can algo rebelde intenta "educarlo", apoyándose en su dilata experiencia. "No entra dentro de los cometidos, pero ayudo en lo que puedo".

Este rescatador en la reserva sabe que un animal es capaz de dar su vida por salvar a un hombre por muy peligrosa que sea la situación. Lo ha visto muchas veces. "Me encanta lo que hago, podría estar en casa cómodamente, pero esto es mi vida".