El Oviedo sigue sin levantar cabeza. Los azules cedieron otro empate en el Carlos Tartiere, ante la Real Sociedad B, en un encuentro en el que dieron muestra de su impotencia. Apenas crearon situaciones de peligro ante la portería donostiarra, su primer disparo entre los tres palos fue uno de Nano, en el minuto 69, y aunque tampoco pasaron excesivos apuros en defensa, estuvieron más cerca de perder que de ganar el partido ante una Real Sociedad B que fue de menos a más. Los donostiarras se crecieron en la segunda mitad, y aunque tampoco gozaron de claras ocasiones, estuvieron siempre mejor que un rival que volvió a incidir en los mismos defectos de anteriores partidos.

El Oviedo sigue sin sacudirse de la dinámica negativa en la que está instalado. Los azules encadenan ya ocho encuentros consecutivos sin conocer la victoria, no ganan desde la décima jornada, 4-1 a La Muela, y la lucha por la permanencia se perfila como el único objetivo en el horizonte de un equipo que cada jornada que pasa parece más perdido y sin soluciones para poner remedio a una situación muy peligrosa.

El entrenador del Oviedo, José Manuel Martínez, «revolucionó» el once inicial. A la vuelta a la titularidad de Negredo, Gonzalo, Aitor Sanz y Xavi Moré se sumó la suplencia de Manu Busto, por segunda vez en lo que va de temporada. El Oviedo puso en liza un 1-4-1-4-1, en el que Jorge Rodríguez actuó por delante de la defensa. Por delante, otros dos pivotes, Aitor Sanz y Pelayo, con Xavi Moré y Jandro en las bandas, y Perona como referencia atacante.

El Oviedo le metió intensidad al partido desde la salida, pero los azules jugaron con más corazón que cabeza en la primera mitad. Controlaron el partido, pero apenas se acercaron con peligro a la portería de Mandaluniz. Tuvieron muchos problemas para darle una salida con criterio al balón, fallaron en exceso en los pases ante una Real Sociedad B a la que sólo le hizo falta una buena colocación defensiva para no pasar apuros. Además, los donostiarras lo hicieron sin falta de recurrir al juego brusco, prueba de ello es que en toda la primera mitad solo cometieron dos faltas por nueve de los azules, que además se llevaron las tres tarjetas amarillas que mostró el árbitro.

Con el Oviedo muy previsible en ataque y sin apenas utilizar las bandas, la Real Sociedad B se sintió muy cómoda en el campo. Tan solo le faltó mayor rapidez en sus salidas a la contra para poner en serios apuros a los azules. Aun así, del lado guipuzcoano cayeron los únicos disparos entre los tres palos en la primera mitad, el primero de ellos de Illaramendi, desde fuera del área, en el minuto 23, que detuvo con facilidad Aulestia y el segundo de Castañeda, a dos minutos del descanso, con un lanzamiento con su pierna izquierda que obligó a emplearse a fondo al portero oviedista, que envió el balón a córner.

La capacidad ofensiva de los azules en el primer período fue casi nula. Tan sólo dos aproximaciones claras a la meta de Mandaluniz, y todas ellas finalizaron con remates fuera. El primero de ellos, uno de cabeza de Perona, que salió desviado, y el segundo un disparo del mismo delantero azul que salió por encima de la portería vasca.

La segunda mitad se inició con el mismo guión, pero la ansiedad e intranquilidad se empezó a apoderar de las gradas a medida que el equipo seguía ofreciendo el mismo juego plano de la primera mitad. Tan sólo el acierto defensivo, especialmente en dos acciones puntuales de Gonzalo, evitaron males mayores.

A diferencia de la primera mitad, la Real comenzó a circular con sentido y velocidad el balón y además a acercarse con peligro a la portería de Aulestia. En el minuto 60, Colinas estuvo a punto de sorprender al portero azul a la salida de un córner, pero el guardameta se rehízo bien y desbarató la ocasión.

José Manuel dio entrada a Nano, por un cansado Pelayo, que había pedido el cambio, y a Miguel por Xavi Moré; pero el Oviedo seguía sin ofrecer signos de mejora ante una Real B cada vez más estirada, consciente de sus opciones de llevarse algo más que un empate.

El primer disparo de los azules entre los tres palos fue uno de Nano, en el 69, y poco después la salida de Manu Busto al campo, en sustitución de Perona, produjo la primera ocasión clara de los azules en lo que se llevaba de partido; pero el pase del delantero cántabro a Miguel fue desbaratado por el portero vasco arrojándose a sus pies.

Con el Oviedo mostrando cada vez más su impotencia ofensiva se llegó al tramo final de un encuentro en el que los azules volvieron a poner en evidencia sus defectos.