El desastre de Abu Dabi indujo a la reconstrucción en Ferrari. No es que el equipo estuviese destrozado, un subcampeonato no sale de la nada, pero el desastre estratégico que entregó al rival un Mundial en apariencia ganado hizo tambalearse las estructuras de Maranello. Tenían una gran factoría, un piloto del que sería absurdo dudar y un coche que, a trancas y barrancas, había aguantado el tirón de unos Red Bull de otro planeta. Concluyeron en la casa que el problema estaba en la estrategia. El mazazo del final no había sido el primer error de la temporada, así que decidieron reforzar la sala de máquinas con Pat Fry y Neil Martin, dos ingenieros de primera fila arrebatados a McLaren y a Red Bull. A la primera prueba, el camino elegido entrega resultados. Fernando Alonso aportó en Melbourne su pilotaje de siempre, firme y sin fisuras, ausente de errores. Y la escudería completó su aportación con un libro de ruta inmaculado. Una táctica a tres paradas que resultó fundamental para que el asturiano se recuperase de una mala salida. Fruto del movimiento de piezas en los primeros metros, quedó encajonado y se hundió en la novena posición, sin posibilidades de discutir con los jefes de la parrilla. Gracias a la cintura que mostraron desde el muro, se aprovechó del trío de entradas que le marcaron y de sus adelantamientos en la pista para terminar cuarto. Quedar fuera del podio a la primera cita no es para lanzar fuegos artificiales, pero tampoco es ningún drama si se cuenta que dos de los pilotos con aspiraciones, Webber y Button, terminaron por detrás.

En Albert Park se ponían a prueba todas las novedades que llegaron a la F1 con el objetivo de mejorar el espectáculo. Es pronto para aventurar juicios, sobre todo, porque la pista australiana ya solía ofrecer carreras atractivas por sí misma, pero la sensación inicial es positiva.

Con los nuevos neumáticos el desfile por los garajes fue continuo y se vio un abanico muy amplio de estrategias: la opción ganadora de dos paradas, que fue por la que optaron los tres que estuvieron en el podio (Vettel, Hamilton y Petrov); los tres cambios de Alonso, Webber y Massa; o la muy sorprendente y arriesgada del debutante Sergio Pérez, que se decidió por un único relevo, con las 23 vueltas iniciales con el compuesto duro para entregarse el resto de la carrera a unos blandos que supo cuidar hasta llevar el coche séptimo a la meta, si bien horas más tarde el mexicano y su compañero Kobayashi resultaron descalificados por irregularidades técnicas en el Sauber.

Alonso prefirió caer a la mitad del pelotón antes de arriesgarse a un accidente. Fue el perdedor de las peleas que se desatan al apagarse el semáforo. Petrov inició el efecto dominó cuando buscó su lugar hacia el centro de la pista. Button se desplazó para evitarle y, a su vez, el asturiano debió hacerse a un lado para no colisionar. Quedó atrapado en la parte exterior mientras el pelotón se estiraba a través de la primera curva. Alonso la trazó como pudo al tiempo que Petrov, Massa, Rosberg y Kobayashi le superaban.

En el muro de Ferrari tomaron en ese momento la decisión acertada. Si las cosas iban bien, intentarían solucionar la carrera con un par de paradas para mantenerse enganchados a la cabeza. Como el domingo empezó para ellos ya torcido, se decidieron por tres cambios. Al instante, Alonso comenzó a cumplir su parte del plan: fulminó a Kobayashi y ajustició a Rosberg gracias al nuevo alerón móvil. El dispositivo le funcionó al asturiano para deshacerse del Mercedes. Y también terminó con Felipe Massa antes del primer paso por el garaje.

El brasileño venía de una lucha a muerte con Button por la cuarta posición, y Alonso aprovechó la maniobra ilegal del británico (adelantó a Massa por fuera de la pista) para quitarse de delante a su compañero.

Alonso fue el segundo piloto que sustituyó neumáticos. Lo hizo en la vuelta 12.ª, y siguió con blandos. Repitió en la 27.ª y dejó los duros para el final. Entonces ya era cuarto, porque a Button lo había adelantado cuando éste tuvo que cumplir un «drive through» por su incidente con Massa. El obstáculo de Webber desapareció en el tercer relevo, una vuelta antes el australiano que el español, suficiente para recuperarle el escaso segundo que le tomaba.

El tramo final venía con pinta de reto para Alonso. El podio estaba a tiro. Vettel ya tenía en ese momento pinta de ganador, porque Hamilton venía rezagado y Petrov debía forzar sus neumáticos duros hasta el final si quería descorchar champán. Al efectivo Renault se los había colocado en la vuelta 36.ª, así que tendría que estirarlos hasta los 22 giros mientras administraba los 14 segundos que le tomaba al Ferrari.

A cuchillo, Alonso devoró kilómetros al tiempo que cerraba el hueco con el ruso. Doce segundos, diez, seis, cuatro?, pero las ruedas del Renault aguantaban. No sufrían el peligroso momento crítico, la situación que se teme de las Pirelli, que si dicen basta y te pillan lejos del garaje pueden hacerte perder una barbaridad. El Ferrari se acercó a un par de segundos cuando sólo quedaban dos vueltas y no había tiempo para intentarlo más. Petrov disfrutó de su primer podio, y Alonso se conformó con los primeros doce puntos de la temporada.