Para que la fiesta fuera completa, faltó que Scepovic hubiese tenido una pizca más de fortuna en alguno de sus atinados remates. Lo que sí es cierto es que la fiesta se tuvo en paz y dejó algunos apuntes de interés y varias cuestiones a vigilar. Al margen de la excelente munición serbia que ha adquirido el Sporting que parece que este año por fin cuenta con armamento pesado, lo mejor de la tarde fue el buen ambiente que se vivió. La paz ha vuelto y el sportinguismo se ha aliado de nuevo con su equipo, consciente quizá de que esa unión multiplica las posibilidades de éxito. La tercera buena noticia fue la plácida tarde de Cuéllar. El Castilla no disparó ni una sola vez entre palos. El filial del Madrid fue un equipo tierno, con mucho talento por madurar, que no se atrevió a subirse a las barbas de los tipos rudos que Sandoval espolvorea por el césped. Los únicos sobresaltos, que también los hubo, provinieron siempre de las intervenciones de Mandi, cuya reconversión como central pone los pelos de punta cada vez que carga contra algún atacante rival dentro del área. Tanto se aburría Cuéllar que se atrevió incluso con un recorte torero.

No conviene tampoco dejarse llevar por la euforia y empezar a mirar de reojo lo que pasa en Primera. El Sporting de Sandoval fue ayer mucho más equipo que el inocente y descapitalizado Castilla que Toril está intentando rearmar. Pero no siempre va a ser así. Por la categoría abundan equipos de esos con cara de perro que no se andan con tanta finura y delanteros con cuerpo de centurión acostumbrados a atropellar centrales. Será entonces cuando habrá que medir la solidez del sistema defensivo rojiblanco y cuando habrá que ver cómo se maneja Mandi en su nueva ubicación en situaciones de riesgo.

Para la esperanza queda el continuo crecimiento de Álex Barrera, el mejor escudero de Scepovic, y la presencia de un López Garai que luce como un centrocampista de cuerpo entero. Queda pendiente de valorar el efervescente Hugo Fraile, del que se esperan días mejores que el de ayer. La primera conclusión es que se trataba de empezar ganando, de romper un gafe que data del año del último ascenso y de que el equipo saliera reforzado. Todo ello se ha conseguido, así que fue un buen día para el sportinguismo, que disfrutó de la fiesta en paz.

A la salida de El Molinón, todo el sportinguismo hablaba de Scepovic. La bandera serbia ondeaba en el fondo sur y el delantero fue aclamado como el jugador más valioso del partido. Marcó un gran gol, estrelló un balón en el poste, obligó a que Borja despejase otro remate suyo sobre la línea de gol y ajustó otros cerca de los palos. Un caudal ofensivo del que cuesta encontrar referentes recientes en el bando rojiblanco. Solo el serbio pudo haber goleado al Castilla. Scepovic tiene ahora que confirmarse ante centrales de más fuste.

Y eso que el Castilla salió apabullando, con decisión y buen gusto por el fútbol. Durante algunos minutos pareció que sería el mismo sufrimiento de siempre. Hasta que el Sporting se apretó los machos y comenzó con la presión. Tras un rechace, Santi Jara improvisó un pase vertical y profundo para el serbio que arrancó en posición dudosa y conectó un derechazo raso que se estampó en la base del poste. Saltaron astillas y se encendió la chispa, que se haría fuego unos minutos después. Otro balón rechazado le llegó a López Garai en el carril del diez, sin oposición alguna metió un pase a la espalda de la defensa que tiraba el fuera de juego en absoluto desorden y con Casado enganchado en un lateral del área para habilitar a Scepovic, destino final del balón. En dos rápidos movimientos de su pierna derecha, el serbio controló con el muslo y remató en escorzo sin que Pacheco tuviera tiempo de reaccionar.

El gesto técnico del balcánico terminó de encender a la grada que ya se quedó enganchada con su equipo. Un remate en chilena que se le fue alto a Borja, junto con el joven Lucas, el futbolista de más talento en el Castilla, fue toda la capacidad de reacción que mostraron los de Toril. Tampoco es que el Sporting apabullara a su rival. Las ocasiones rojiblancas llegaron siempre en segundas jugadas, acciones de estrategia o gracias a la inspiración de algún futbolista.

Al centro del campo sigue faltándole fútbol, por más que López Garai tirase algunos pases interesantes, y se echó de menos la presencia de un Nacho Cases que merece un poco más de crédito a tenor de los méritos realizados en los últimos años. No es que el centrocampista de La Arena deje su sitio a un centrocampista de más calidad, es que directamente se prescinde de cerebros y se apuesta por obreros de brazo largo y visión corta. El nuevo Sporting tiene mucho más aspecto del clásico equipo de Segunda División y cuando toca, suele ser en zonas de riesgo.

El segundo tiempo siguió por la misma vereda que el primero y sólo Scepovic amenazaba con salir de la rutina con dos buenos cabezazos, el segundo fue despejado sobre la línea por Borja cuando ya se cantaba el gol. Dos remates de Hugo Fraile y Carmona, el de éste, desviado, tras una buena combinación del Serbio con López Garai y un buen balón al espacio del vasco.

Con los cambios el Castilla se convirtió en un equipo más bullicioso, con futbolistas más rápidos y con Burgui sufriendo continuos desmayos en el área rojiblanca.

La aseada puesta en escena deja una victoria merecida que viene a reforzar el discurso del técnico, pero también evidencia las carencias del equipo desde el punto de vista táctico y en cuanto al potencial del plantel. La necesidad de un central es acuciante y, si se encuentra comprador para Canella, se abrirá otra brecha en el lateral izquierdo. Quedan dos semanas de mercado que no conviene despreciar para tener más argumentos cuando llegue el barro, que llegará, como bien sabía un ilustre sportinguista como Tati Valdés. El reto ahora es la primera victoria fuera y levantar demasiado la vista para no perder perspectiva.