La próxima vez que salgan de los garajes será el día 23 cuando afronten los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Australia, cita que, como manda la tradición, servirá para inaugurar una nueva temporada en el "Circo" de la Fórmula 1. Algunas escuderías llegarán a Melbourne con el trabajo completado durante la pretemporada, otras con dudas aún por resolver y alguna envuelta en un mar de contradicciones. Y éste será el caso de McLaren después de que en los ocho días de test celebrados en Montmeló alternaran momentos de esperanza con otros de frustración, de ilusiones y desengaños dentro de una montaña rusa de sensaciones encontradas. Pocos giros, buenos tiempos.

En una temporada continuista en cuanto a reglamento no podían esperarse grandes cambios en el rendimiento de los equipos. Así, Mercedes sigue muy por delante en cuanto a fiabilidad (más de un millar de vueltas completadas) y Ferrari vuelve a hacer gala de velocidad (Vettel estableció el giro más rápido). El gran interrogante estaba en McLaren, que iba en Barcelona de menos a más en su rendimiento al tiempo que alternaba jornadas muy positivas con otras que recordaban lo sufrido los últimos años. Y es que a Fernando Alonso y a su equipo por pasarles les ha pasado de todo: una rueda perdida por culpa de una tuerca defectuosa en su primer día de trabajo; una segunda sesión arruinada por la nieve; una fuga de aceite en la tercera y el tubo de escape roto en la cuarta y última. Así, no es de extrañar que la gravilla de la escapatoria de la curva siete haya sido el mejor sitio del circuito barcelonés para ver de cerca al piloto ovetense: allí se quedó clavado el miércoles y el viernes tras sendos problemas en el motor de su MCL33. Problemas eléctricos, en el tubo de escape y de presión hidráulica a los que tampoco escapó el belga Vandoorne.

Todo ello condicionó que McLaren fuera, de largo, el equipo que menos vueltas logró completar en estos ochos días de trabajo: 598. La comparación es odiosa, pero obligada: Toro Rosso hizo 782 giros con el motor Honda del que renegó la firma de Woking después de tres años en el infierno, mientras Mercedes superaba el millar de vueltas, lo que vienen a ser una veintena de grandes premios completados.

A McLaren le falta aún por adaptar su chasis al nuevo motor Renault, como evidencian los problemas sufridos en Montmeló y como reconoce su máximo responsable, Eric Boulier, pero el propulsor galo también ha evidenciado que puede plantar cara a las "flechas de plata" de Mercedes y al "cavallino" de Ferrari. Y nadie como Fernando Alonso para sacar el máximo provecho y conseguir abandonar Montmeló con un buen sabor de boca que dulcifique los problemas. El ovetense realizó el viernes una última tanda con neumáticos hiperblandos que le permitían bajar del minuto y 18 segundos en tres giros consecutivos. Su mejor tiempo (1:17.784) sólo lo mejoró en estas ocho jornadas de pruebas Vettel con su Ferrari: 1:17.182.

Los test de pretemporada no pueden servir en ningún caso para sacar conclusiones pero sí al menos para apuntar sensaciones. Y las de Alonso, a pesar de los problemas, son positivas. Nada que ver con lo de los tres años anteriores. "Llegamos a Australia preparados. Tenemos las cosas muy claras y sabemos al 99,99 por ciento lo que queríamos saber sobre el coche", aseguraba el bicampeón asturiano en Montmeló. "¿La diferencia con el año pasado?, pues de cero a diez? un once", añadía.

Ese "once" de diferencia se traslada así a números: en las ocho jornadas de pretemporada de 2017 el McLaren-Honda completó 423 vueltas por las 598 del McLaren-Renault actual, y la mejor vuelta del pasado año (1:21.348) le dejaba a casi tres segundos del mejor crono de Ferrari mientras ahora está a sólo seis décimas.

Y en dos semanas, Melbourne. Y ya con puntos en juego.