Oviedo, M. M.

La cúpula de Arcelor-Mittal teme que el impacto de la crisis y su política de ajustes provoquen un aumento de la conflictividad que influya tanto en la producción como en sus resultados. En el folleto F-20, que todas las empresas que cotizan en EE UU deben remitir al supervisor del mercado estadounidense, también se explica que en sus resultados del año 2011 el beneficio operativo se vio afectado negativamente en unos 110 millones de euros por los costes de reestructuración que la compañía se había visto obligada a acometer, la mayoría en España.

El informe anual que la empresa envía a la Bolsa estadounidense, la compañía asegura que «periódicamente experimenta huelgas y paros laborales en diversas instalaciones». Pero añade que «las huelgas y paradas pueden aumentar en su severidad y frecuencia» y «pueden tener un efecto adverso en las operaciones y resultados financieros de Arcelor-Mittal».

Fuentes de la compañía intentaron restar importancia a la advertencia e indicaron que «todos los años, por imperativo legal, el informe anual debe incluir todos aquellos aspectos que, de una manera u otra, pueden influir en la producción y en los resultados de la compañía». Pero en los anteriores no se habla de un incremento en la «severidad y la frecuencia» de la conflictividad.

El informe enviado al mercado estadounidense incluye también que Arcelor-Mittal llegó el año pasado a unas ventas de 3.788 millones de euros en España, frente a los 3.446 millones del año 2010, lo que supone un 10% más. Sin embargo, se produjo un recorte en la producción, al pasar de 8,1 millones de toneladas en 2010 a los 7,5 millones que se fabricaron en 2011.

Las instalaciones de Planos en Avilés lograron acabar el ejercicio pasado con la misma producción que en 2010, rondando los 4 millones de toneladas. Sin embargo, en Largos de Gijón los resultados cayeron, igual que en Madrid, la planta que la multinacional ha cerrado definitivamente. En el caso de la fábrica gijonesa, la multinacional va a acelerar un proceso de reestructuración cuyo objetivo, según la empresa, es aumentar su competitividad para evitar su cierre. La plantilla se debe reducir, de forma no traumática, en 200 personas, y la productividad tiene que aumentar un 50% en los próximos meses.