La extracción del gas por fractura hidráulica, también conocida como «fracking», ha abierto una brecha entre las compañías energéticas, que defienden su uso como un método para paliar los problemas de suministro que sufre el país, y los ecologistas, que denuncian las fuertes consecuencias que esta técnica puede llegar a tener sobre el medio ambiente. En las siguientes líneas se resumen las principales preguntas y respuestas sobre este método.

l ¿Qué es el «shale gas»? Pues es gas no convencional, no por ser un hidrocarburo con nuevas características, sino porque se encuentra atrapado en formaciones rocosas y arcillosas de muy baja permeabilidad. Para conseguir que aflore a la superficie se requieren también técnicas no convencionales de extracción. Según las compañías del sector, no existe ninguna diferencia con el gas natural que se utiliza a diario en los hogares.

l ¿Cómo se extrae? El sistema consiste en inyectar agua y arena más una proporción de aditivos a una elevada presión y a gran profundidad (de 2.000 a 6.000 metros) para crear una red de microfracturas en determinadas zonas del subsuelo, generalmente en rocas de pizarra y esquisto. La fuerza del agua es la que provoca que se hagan grietas en la roca y los granos de arena ayudan a mantener abiertas las fisuras para que el gas pueda fluir.

l ¿Qué argumentos exponen quienes lo defienden? Aseguran que es una forma barata y viable de aumentar las reservas energéticas. El Colegio de Ingenieros de Minas de España, por ejemplo, argumenta que este recurso energético ayudaría a reducir la dependencia energética y crearía miles de empleos. También aseguran que los recursos de hidrocarburos no convencionales están mejor distribuidos geográficamente que el petróleo y el gas convencional, lo que contribuye a reducir los desequilibrios globales de los países energéticamente dependientes y a disminuir la tensión mundial por el control de los hidrocarburos.

l ¿Y los que se oponen? Los grupos ecologistas han advertido sobre los fuertes peligros que esta técnica de extracción puede tener sobre el medio ambiente. Por un lado, aseguran que los aditivos que se utilizan en el proceso de extracción, y que las empresas no han querido desvelar cuáles son, pueden llegar a contaminar los pozos y cauces del agua. También denuncian que pueden llegar a provocar terremotos. De hecho, denuncian que en Reino Unido, donde esta técnica está bastante extendida, ya se han registrado algunos movimientos de tierra de hasta tres grados en la escala de Richter. En Estados Unidos también se han identificado 18 casos de intrusión de metano en los acuíferos.

l ¿Son peligrosos los aditivos que se usan para extraer el gas? Uno de los aspectos que más cuestionan los detractores de esta tecnología es el ostracismo que existe en torno a los compuestos químicos que se utilizan para la extracción del gas. El documento del Colegio de Ingenieros de Minas reconoce que estos compuestos, en principio, se mantenían en secreto para evitar su plagio por la competencia, pero añade que hoy en día figuran en un registro público disponible a través de Internet, donde se puede consultar la composición usada en cada uno de los pozos en activo. Los compuestos químicos usados, aseguran, son de uso común en la industria alimentaria, la elaboración de fármacos, salsas, productos para el maquillaje, antioxidantes o la automoción.

l ¿El «shale gas» aumenta las emisiones de gases de efecto invernadero? Los empresarios del sector de las petroleras aseguran que se trata del combustible fósil más limpio disponible. Para defenderlo alegan que un estudio de la Comisión Europea asegura que la generación de electricidad a partir del «shale gas» emite entre un 41% y un 49% menos de gases de efecto invernadero que las centrales eléctricas de carbón.

l ¿Qué experiencias hay en marcha? Los Estados Unidos son el país en el que con más fuerza han crecido estas técnicas de extracción. Desde el año 2002 se han abierto más de 200.000 pozos en el país. Y según las empresas españolas del sector, esta técnica ha conseguido crear casi dos millones de empleos en la primera economía del mundo y rebajar la factura del gas a un 20% del precio que se paga en Europa. Según el Colegio de Ingenieros de Minas, en Estados Unidos no consta que se hayan producido afecciones relevantes a los acuíferos superficiales que suministran agua potable. También en el Reino Unido se están haciendo importantes avances en la tecnología de «fracking». En el país anglosajón se desarrollan muchos experimentos para determinar el impacto medioambiental de estas técnicas con diferentes resultados.

l ¿Qué dice la normativa americana sobre el sistema de «fracking»? En Estados Unidos el hecho de que el propietario del terreno sea también dueño de los recursos naturales que alberga su subsuelo ha contribuido a la fuerte expansión de la exploración y extracción del gas natural, ya que este sistema permite una compensación directa y relevante al dueño del terreno. Pese a lo avanzada que está esta tecnología en territorio americano, ya hay algunos estados que han prohibido su uso debido al fuerte impacto medioambiental.

l ¿Cuál es la situación en las comunidades autónomas españolas? Algunas regiones, como Asturias, ya han prohibido el uso de esta técnica atendiendo a las reclamaciones de los grupos ecologistas. También el Parlamento cántabro, a propuesta del partido en el Gobierno, el PP, ha prohibido tanto las exploraciones sobre el terreno como las explotaciones. Por su parte, en el País Vasco, una de las comunidades donde más se había avanzado, el Parlamento discute limitar la práctica de fractura hidráulica en los terrenos protegidos. El Colegio de Ingenieros de Minas ve grandes oportunidades para explotar este recurso en España, donde estima que sólo en la franja norte del país hay gas suficiente para cubrir más de 30 años de demanda. También existe un notable interés de las empresas nacionales y extranjeras para adquirir los derechos mineros. En los últimos años se han otorgado más de setenta permisos de explotación, mientras que otros cuarenta están pendientes de adjudicar.

l ¿Cómo se está regulando en Europa? Reino Unido es uno de los países que más están pujando por esta nueva tecnología de extracción. De hecho, durante los últimos años se han realizado diversos estudios sobre el impacto ambiental que pueda tener la fracturación hidráulica. Por contra, en otros países como Francia, Luxemburgo o Bélgica se han promovido moratorias o prohibiciones para limitar las explotaciones de «fracking» en sus territorios.

l ¿Qué posibilidades presenta Asturias para desarrollar esta tecnología? Las posturas sobre esta pregunta están enfrentadas. Las compañías energéticas ven unas grandes posibilidades en el subsuelo del Principado. De hecho, un reciente estudio de la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos (Aciep) acaba de situar a la región entre las que tienen un alto potencial de gas, junto con el País Vasco, Cantabria, Burgos y algunas zonas de Navarra. Sin embargo, los ecologistas sostienen que la singular traza del subsuelo en Asturias provoca que desarrollar este tipo de tecnología en la comunidad sea difícil. Algunas empresas han preguntado por proyectos de exploración en suelo regional, sobre todo en zonas de las cuencas mineras y en la costa asturiana.