A. RUBIERA

Natalia Pérez, natural de Luarca pero afincada en Gijón, es experta en arquitectura efímera. Una especialidad que define a quien, como ella, trabaja en el campo del diseño de pabellones de exposiciones, puestos de ferias y todo aquello que tiene que combinar la temporalidad con el efectismo empresarial. Natalia Pérez reconoce que ha recibido una dosis «en vena» de su especialidad tras su reciente paso por la Expo Universal de Shanghai, la mayor exposición cultural de la historia, con el mayor número de participantes logrado, que le ha dejado en la retina -y, cómo no, en su cámara fotográfica- cientos de impactantes imágenes de diseño, estilo, nuevos materiales... Un cúmulo de información que intentará digerir con el paso de los días y con la que piensa mejorar los servicios que presta a las empresas desde su firma, Volumetría del Principado.

«La Expo de Shanghai es una concentración de cultura, de diseño, de arquitectura..., algo espectacular. Aún sigo impactada. De aquí se aprende muchísimo», declara Natalia Pérez, que aprovechó la visita a China de una delegación oficial asturiana, encabezada por el presidente, Vicente Álvarez Areces, para aprender más de su oficio. Además de disfrutar, la principal enseñanza con la que salió del enorme espacio de la Expo -más de 520 hectáreas de modernidad aplicada al diseño- es el gran predominio de «la luz, el sonido y las nuevas tecnologías. Los interiores de los pabellones se basan, casi todos, en eso. Ya no tiene nada que ver con las exposiciones que habitualmente vemos en España y en Europa, por no decir en Asturias. Estamos a años luz de las típicas exposiciones de productos, envases y contenedores. Ahora los estímulos llegan de otra forma».

Ante el pabellón de España -o el «cesto», como lo llaman en China, por su diseño a base de recubrir con 8.500 placas de mimbre trenzado toda una sinuosa estructura tubular (25.000 metros de tubos de acero)-, Natalia Pérez, literalmente, se descubre. «Me ha parecido espectacular. A primera vista es, desde luego, de los que más llama la atención, y las colas de gente están acordes con esa expectación que genera, pero, además de efectista, ese recubrimiento de mimbre consigue que el pabellón, que es grande, sea muy armónico, esté muy integrado en el entorno y en la cultura china, sea muy plástico, y visualmente no se puede negar que a la gente le resulta atractivo y muy acogedor», relata la especialista asturiana.

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