La oscura historia sin resolver del "García del Cid", el barco ahora desguazado en Gijón en el que desapareció una tripulante tras denunciar una agresión sexual

El barco está atracado en las instalaciones de DDR Vessels

El «García del Cid», ayer por la tarde, atracado en El Musel.

El «García del Cid», ayer por la tarde, atracado en El Musel. / Marcos León

Lara Graña

A las instalaciones de DDR Vessels, en el puerto de El Musel, van a morir buques de toda Europa. Es un centro especializado en desguaces, con una intensa actividad ahora por pesqueros que han dejado de ser rentables por vetustos (como el islandés Poseidón, de 1977) o falta de cupos (el vigués Skellig Light II). Los hay que llegan al astillero tras sucumbir, al mismo tiempo, a los estragos de la edad y el escándalo. Así llegó el pasado jueves a Gijón el oceanográfico "García del Cid", construido en 1977 y adscrito a la flota del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En silencio, sin ninguna notificación oficial, con una hoja de servicio impecable, pero manchada en sus últimos meses de trabajo por la desaparición de la tripulante Carmen Fernández (Cangas, 1980), que había denunciado una agresión sexual a bordo y a la que no se le ofrecieron medidas cautelares pese a haberlas solicitado con insistencia. Si el CSIC finalmente reabre la investigación sobre este caso, tendrá que hacerlo sin poder recrear las últimas horas en el buque de esta mujer.

Un juzgado de primera instancia de Valencia, primero, y la Audiencia Provincial, después, dieron carpetazo a la investigación al no haberse probado indicios de delito en la desaparición de Carmen. Y pese a que no se realizó ninguna diligencia en sede judicial, no se tomó declaración a los tripulantes –la Guardia Civil habló con 4 de las 16 personas que llegaron a bordo del barco al muelle levantino– ni se visionaron las cámaras de cubierta. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que el "García del Cid" partió de Barcelona el 4 de septiembre pasado y que en la mañana del día 10 la tripulante, camarera a bordo, ya no estaba. Dejó por escrito en una libreta su angustia por haber tenido que regresar al mismo barco donde había denunciado la agresión sexual: "Nadie hace nada. Si no me encontráis, me tiré por la borda. Os quiero". Tenía tres hijos.

A raíz de la información publicada por "Faro de Vigo" –diario de Prensa Ibérica, grupo editorial al que pertenece LA NUEVA ESPAÑA– el Gobierno apuntó que no había sido posible el traslado de Carmen Fernández a otro oceanográfico porque no lo permitía el convenio, extremo que no es correcto habida cuenta que ese pacto laboral, de 2010, delega en el CSIC plenas facultades para la organización del personal a bordo. El protocolo antiacoso de la institución, además, ya recoge la posibilidad de una movilidad de centro de trabajo como medida de protección a las personas afectadas. El caso de Carmen no era el único y terminó por amplificar una realidad compleja en el seno del CSIC, cuya presidenta, Eloísa del Pino, tuvo que reconocer que recibe cinco denuncias de media cada año por acoso o abuso sexual.

Con la excepción de Vox, el pleno del Congreso emplazó al Gobierno a modificar íntegramente el actual protocolo antiacoso dada su ineficiencia. El nuevo reglamento incluirá explícitamente el traslado de barcos como medida de precaución, así como el endurecimiento de las sanciones para los agresores. El protocolo nuevo, defendido por la ministra Diana Morant en sede parlamentaria, todavía no se ha difundido entre la plantilla aunque sí existe un borrador.

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