R. VALLE

Laura Sampedro se descubrió ante todo Gijón como concejala del Partido Popular, pero sólo tardó unos meses en dar el portazo en la Casa Consistorial y finiquitar su vida política, que no la pública. La concejala se convirtió entonces en ratón de biblioteca para sacar adelante varias publicaciones sobre el pasado de Gijón y ahora se exhibe, gracias a «El ala rota» que ganó el premio «Provincia de Guadalajara» del año 2009 como novelista novata. Teresa es su protagonista y Gijón la ciudad en la que transcurre la historia. «Intenté hacerla en Oviedo pero no me salió. Siempre volvía a Gijón», dice entre carcajadas una Laura Sampedro que ultima con nervios la presentación de su obra este viernes, a las 19 horas, en la Librería Central, junto al periodista Pachi Poncela.

-Primero, Laura política; luego, Laura historiadora; ahora, Laura novelista... ¿Cuál es la verdadera Laura Sampedro?

-En realidad es al revés. Mi primera opción vital fue ser novelista pero la vida te va llevando... Una anécdota. Hace unos años me reencontré con una profesora que tuve en párvulos y me explicó que me recordaba porque yo siempre dije que quería ser escritora, que quería escribir muchos cuentos. Al llegar a casa se lo comenté a mi marido: que siempre había pensado que no tenía una vocación definida pero que era porque había enfocado la escritora como algo lateral. Sí, tenía una vocación y varias novelas escritas, aunque ésta es la primera publicada.

-Y si la vocación por la escritura era tan evidente, ¿cómo acaba en la política?

-Otra de esas veces que la vida te va llevando... Al acabar el colegio entré a trabajar en la tienda de la familia y empecé Historia del Arte, pero luego la vida da vueltas, te divorcias, cambian los planes de estudio... Al acabar la carrera y empezar a escribir en la prensa local mi idea era dedicarme a la escritura, pero otra carambola me lleva a la política. Me pareció que era una buena experiencia.

-¿Echa de menos esa experiencia?

-No, de esa experiencia no echo de menos nada (risas). Me causó mucho dolor y me hizo pasarlo mal en ese momento pero yo, que soy muy autocrítica, debo reconocer que no estaba preparada, que no supe entrar ni moverme porque nunca había estado en un ambiente tan competitivo. No sé la razón, pero entré como un cañón en política con aquello de la «esperanza rubia» del PP. Claro, así te la pegas fijo.

-¿Tiene la novela su paso por la política y el PP?

-No, todavía no. Yo plasmaría ese momento, pero siempre en ficción, cambiados los personajes, el escenario... Sería una novela de «mobbing», que es lo que yo considero que me pasó.

-¿Hay momentos vitales de Laura Sampedro en la vida de la Teresa de «El ala rota? Ella, por ejemplo, está luchando por la maternidad al someterse a un tratamiento de fertilidad.

-Siento decepcionar, pero nunca he intentado realmente tener hijos. Me divorcié, eso sí, pero mi divorcio no fue como el de la novela, fue mucho más tranquilo, tampoco tuve una infancia agridulce como ella... Teresa se parece a mí en los sentimientos que tiene cuando sufre, pero la verdad es que yo estoy volcada en todos los personajes. Tiro de recursos para casi todos ellos.

-¿Sabe como ella detectar los momentos en los que cambia la vida de verdad?

-Sí. Hay momentos en que tomé decisiones que supusieron un cambio, para mal o para bien. Pero son momentos pequeños. Yo salí un día del despacho de una amiga en Fomento tras decirle que no quería saber nada de ningún hombre. Unas calles después decidí que iba a seguir por la calle Moros si se abría el semáforo, y recto si seguía en rojo. Se abrió, cruce y me encontré con quien ahora es mi marido. Nos conocíamos de antes, pero nos habíamos perdido la pista hasta entonces. A los quince días me fui a vivir con él y ya van 17 años.

-Y luego llega la decisión de enviar esta novela a un concurso.

-Tenía dos escritas y opté por ésta. Es menos novela que la otra, pero tengo la sensación de que es una de esas novelas de las de «me la leí de un tirón». Al que le gusta, le gusta mucho. Yo siempre tuve un sueño, aunque no tiene que darse con esta novela. Releo mucho las novelas que me gustan, por ejemplo las de Pearl S. Buck, porque es como encontrarme con mis amigos y mi interés es que alguien lea mi historia y sienta lo mismo. Al ganar el premio me dijeron que era una novela muy de calle, muy realista. Y no digo el realismo de la sordidez sino el de la vida cotidiana.

-¿Seguirá ahora escribiendo novelas?

-Es lo que quiero hacer, pero tengo que encontrar la manera de centrarme. Yo escribo todos los días, pero lo cierto es que solamente puedo tirar para adelante cuando tengo la novela en la cabeza y los personajes presentes. Me siento delante del ordenador, imagino la escena y, cuando me concentro de verdad, es como si la estuviera viendo en una película. Voy contando lo que dicen. Luego, me quedo agotada.

-Una pregunta sencilla. ¿Cascos sí, o Cascos no?

-Yo no tengo un pero que ponerle a Isabel Pérez Espinosa, vaya por delante, pero en este momento, tal y como está Asturias y España, lo que mejor nos puede venir es una persona con esa experiencia de gobierno y esa fama de trabajador y empuje. Cascos puede aportar la chispa para que los demás digan eso de «ahora podemos», porque la ilusión no sólo se crea con una persona que sea nueva, sino por pensar que la persona va a tirar del carro. Y hay otra cosa que puede ser secundaria pero que a mí me gustaría, y es que cuando se abra la boca en Asturias se enteren en el resto de España, como cuando habla Nuñez Feijóo o los de Cataluña o el País Vasco. Cuando habla Cascos tiene peso y querría que Asturias empezara a tener ese peso.

-¿Y la imagen que da el PP mientras tanto?

-Yo tengo muchas ganas de que todo este culebrón se acabe. Lo han hecho mal todos, incluso Cascos. ¿Dónde falló la comunicación y el por qué de que se enquistara el proceso? No lo sé. Desconozco las razones, pero errores han cometido todos y me parece muy triste que en Génova lo estén dejando pudrirse de esta manera. Esto había que haberlo decidido mucho antes porque ahora el desgaste es tremendo. Ahora, una cosa. Yo soy de las que opino que cuando se decida el candidato tenemos que tomar nota de los socialistas, que gobernar gobiernan fatal, pero cuando deciden cual es su candidato eso va a misa y todos juntos.