A. R.

«Necesitamos que las autoridades sanitarias dejen de vernos como una amenaza, y nos consideren una oportunidad». Es la reflexión que se oye en el Hospital de Cruz Roja de Gijón, un centro que tras unos años de crecimiento progresivo -sobre todo en la actividad quirúrgica- está sufriendo un frenazo en seco.

Mientras en el Sespa se transmite la idea de que el hospital supo aprovechar las necesidades del sistema y la colaboración que le prestaron las autoridades para montar un hospital «que sólo pone las instalaciones y no tiene el lastre de personal -ya que la mayoría de los médicos que operan en el centro son de Cabueñes-, lo que supone todo beneficios», en el centro aludido se afirma por activa y por pasiva que su colaboración es rentable para el sistema, porque supone abaratar los procesos y máxima eficiencia, una idea que no era compartida por los últimos responsables del Sespa, de ahí que la mala coyuntura económica acabó siendo el argumento para que fueran implacables a la hora de frenar su crecimiento. El nuevo rumbo político regional puede suponer una esperanza para Cruz Roja.