«Si arrasamos con el patrimonio industrial, arrasamos también con el patrimonio moral, con nuestra propia memoria». El historiador Rubén Vega, la doctora en Historia del Arte Elena Toral y Carlos Caicoya, miembro del Comité Internacional para la Defensa del Patrimonio Industrial, protagonizaron ayer, en el Club LA NUEVA ESPAÑA, una defensa encendida de los dos restos emblemáticos de la actividad industrial en Gijón: el dique de Naval Gijón y la mina de La Camocha.

«Debemos preservar este pasado para todos, porque es propiedad de toda la ciudad y de la sociedad en su conjunto», subrayó Díaz, que se posicionó por encima de «quienes buscan una rentabilidad económica inmediata». «Rescatar la memoria industrial es la única manera de entender la ciudad», indicó, habida cuenta de que «ya Jovellanos indicó, hace doscientos años, por dónde iría el futuro de Gijón: el mar y la mina».

Rubén Vega destacó con respecto a La Camocha y el riesgo de que varios de sus elementos sean reducidos a chatarra que «en la actualidad, y en tanto no se redacte un nuevo plan especial para la zona, no se puede tocar nada», un extremo que avaló la Consejería de Cultura hace unas semanas.

Carlos Caicoya, por su parte, defendió la necesidad de conservar «la memoria industrial», al igual que se hizo en otros países de Europa con un pasado similar al de Gijón.

Porque, como indicó Elena Toral, «lo que hay en el Dique y en la mina de La Camocha también es memoria histórica, y no sólo un suelo urbano que se trata como una mercancía».