Director de Patrimonio de la Fundación Marcelino Botín

J. L. ARGÜELLES

Funcionario internacional y experto en políticas culturales, José María Ballester (Madrid, 1940) ha sido director de Patrimonio Cultural y Natural del Consejo de Europa y dirige ahora el programa de patrimonio y territorio de la Fundación Marcelino Botín. Ayer pronunció la conferencia inaugural de las XIV Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial, que Gijón acoge estos días.

-¿Los españoles han modificado su concepto de patrimonio industrial?

-Se ha extendido la percepción de lo que es patrimonio, referida antes a monumentos históricos muy aislados. Y, además, se ha ampliado la noción de patrimonio industrial. Hay algo fundamental: ha ganado importancia el concepto de entorno. Es muy importante que este congreso gijonés fije su atención en los paisajes culturales, generadores de riqueza.

-¿Cuál es la importancia de esa noción de paisaje cultural?

-Integra todo el entorno y nos ayuda a entender cómo la actividad industrial ha condicionado, en muchos casos, el propio paisaje.

-¿Ese camino desde los años setenta y ochenta ha sido difícil?

-Hay una evolución desde los años setenta. Empezamos con castillos, palacios, monumentos aislados. Después se extendió a las ciudades históricas y a su entorno. Eso fue generando la noción de paisaje tal y como la entendemos hoy en día. Todo eso era más fácil de comprender que si una fábrica en desuso o una mina eran parte del patrimonio, pese a la gran importancia antropológica de esos testimonios. Hay ahí un aspecto de memoria que es muy importante mantener.

-¿Los españoles han sido más insensibles que otros europeos en la valoración de su patrimonio industrial?

-Una vez que se ha consolidado el concepto, no. Fue un problema de educación, pero también de sensibilización. La arqueología industrial nace en el Reino Unido; en Alemania han mantenido fábricas maravillosas sólo para alumnos en prácticas. Son países que abrieron camino, aunque España ha recuperado espacio.

-¿Qué falta aún?

-¿Qué nos falta? Nos falta encajar, integrar todos los elementos de patrimonio industrial en el espacio y en el tiempo.

-Asturias tiene fama de haber sido pionera en la recuperación de su patrimonio industrial. ¿Cómo ve usted ahora su situación respecto a otras comunidades?

-Como toda región industrial, tiene tal cantidad de vestigios que es natural que haya sido pionera. Me admira mucho que en estas regiones con tanto patrimonio se estén haciendo tantas cosas. Es más difícil hacerlo aquí que en una zona donde hay tan sólo una mina o unos restos fabriles.

-¿Pero la política seguida es la correcta?

-Se sistematiza. Yo pienso que en Asturias, si se analiza globalmente, se están haciendo bien las cosas. Cuando uno baja al detalle, siempre cabe el matiz. Aquí en Asturias hay una sensibilidad grande hacia ese patrimonio industrial.

-Hay quien dice que son ociosos tantos esfuerzos económicos para conservar cosas ya sin utilidad inmediata.

-Es un planteamiento simplista. Es un patrimonio pedagógico, clave para conocer la evolución técnica de nuestros pueblos. Y, también, porque representa espacios de memoria que debemos mantener. No podemos borrar nuestra historia; muchos de estos conjuntos industriales son verdaderos lugares de memoria.