M. CASTRO

Suzuki anunció ayer al presidente del Principado, Javier Fernández; a la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, y a los trabajadores el cierre «irreversible» de su fábrica de Porceyo el próximo 31 de marzo, una decisión que se enmarca en la reestructuración global de la compañía, que va a concentrar su producción en Asia. La decisión acarreará el despido de 170 de los 193 trabajadores de la multinacional en Gijón. Los restantes se quedarán para continuar con la comercialización en España de las motocicletas que la firma importa desde sus factorías del Lejano Oriente. El pasado mes de junio los sindicatos ya mostraron sus temores a este desenlace, después de que Suzuki comenzara a fabricar en Tailandia la «Burgman», modelo que sustentó a la factoría gijonesa en los últimos años. Tiempo antes Gijón ya había dejado de suministrar motos para el mercado estadounidense, que Suzuki sustituyó por envíos desde Japón.

El temido cierre lo confirmó, a primera hora de la mañana de ayer, el presidente de Suzuki Motor España, Masayoshi Ito, al presidente del Principado, Javier Fernández, y al consejero de Economía, Graciano Torre. Ito acudió a las diez de la mañana a la sede de la Presidencia del Principado, en Oviedo, acompañado por su director general, Juan Carlos Andrés. Poco después los trabajadores, que en su mayoría se reincorporaban ayer a sus puestos tras varios días regulados de empleo, se concentraban frente a las puertas de la factoría. Mientras, los directivos se dirigían al Ayuntamiento para notificar la decisión a la alcaldesa, Carmen Moriyón. A su regreso a la fábrica, a las doce y media, se produjo alguna escena de tensión con trabajadores aplaudiendo, con ironía y entre insultos, a los responsables de la empresa. Algún empleado llegó a bloquear el paso al vehículo en el que llegaba la dirección. Las aguas se calmaron pronto e Ito reunió a los trabajadores en el comedor, les comunicó la decisión de la multinacional y les dio libre el resto de la jornada. Eran las dos de la tarde.

La de Porceyo es la única factoría de motos que tiene Suzuki en Europa y la última que una multinacional mantiene en España tras los cierres sucesivos desde el inicio de la crisis de las fábricas de Yamaha, Honda, Derbi y Piagio. El fin de la factoría gijonesa llega después de que haya acumulado unos 30 millones de euros en pérdidas desde 2008, con un progresivo descenso de las ventas y producción de motocicletas en Europa como consecuencia de la crisis económica y de la competencia de las factorías asiáticas. Fabricar en Porceyo una «Burgman» sale por unos 3.700 euros, mientras una moto similar de Yamaha hecha en Tailandia sale por 2.500 euros, según dijo Ito en las reuniones que mantuvo para explicar el cierre.

Las cifras que la multinacional ha puesto encima de la mesa para justificar el cierre son, además de las pérdidas de casi 30 millones de euros desde 2008, la caída de la facturación en un 75% y el descenso de la producción en un 70%, al pasar de las 37.000 unidades fabricadas en 2007 a las 11.000 de 2011, cifra que caerá previsiblemente a 10.000 este año.

La dirección mostró ayer al comité de empresa su disposición a negociar las indemnizaciones a los 170 trabajadores que va a despedir. La mejora de las indemnizaciones respecto al mínimo legal de 20 días con el máximo de una anualidad es sólo uno de los planteamientos que la empresa trasladó ayer a trabajadores e instituciones. También les informó de que hace varios meses ya contrató a una compañía consultora para que busque un inversor interesado en adquirir la fábrica de Porceyo a un precio ajustado a cambio de recolocar a gran parte de los trabajadores que Suzuki va a despedir.

La fábrica de Porceyo tiene 28.000 metros cuadrados construidos sobre una parcela de 48.000, con fases de soldadura, pintura, líneas de montaje y control de calidad. En los últimos meses Suzuki negoció sucesivamente con un fabricante de motos estadounidense y con una empresa española auxiliar del sector del automóvil la venta de la fábrica, sin que cuajaran las negociaciones. Al menos en uno de estos casos el obstáculo fue la recolocación de los trabajadores.

La búsqueda de inversores continúa, no sólo por el beneficio que puede suponer para el empleo en Gijón, sino por el ahorro para Suzuki, que está siendo asesorada en este proceso por el bufete Cuatrecasas, el mismo que pilotó el cierre de la fábrica de Yamaha en Cataluña, que se saldó con indemnizaciones de hasta 80 días por año a los despedidos, que se redujeron sensiblemente para los que fueron recolocados por el fabricante de repuestos aragonés Sese, que adquirió la factoría.

De la venta de las instalaciones de Porceyo también depende, a medio plazo, la permanencia en Gijón o el traslado del equipo comercial y de posventa de Suzuki para España, integrado por 23 empleados de plantilla más otros 8 vendedores con contrato mercantil, que se encargarán de la comercialización de las motos importadas desde Tailandia, Japón e Indonesia. En el caso de venta de las instalaciones de Porceyo, la empresa buscará otras oficinas, que no tienen por qué estar en Gijón. La empresa, en todo caso, no asegura la permanencia a largo plazo en Gijón de su servicio comercial para España.

El cierre de la fábrica de Gijón tendrá lugar el 31 de marzo, dado que el año fiscal en Japón comienza el 1 de abril. Se engloba en la reorganización mundial de Suzuki que la casa matriz acabó de definir el pasado mes de octubre. Una reordenación que incluyó la quiebra ayer de la filial en Estados Unidos que se encargaba de distribuir, entre otras, motos fabricadas en Gijón. Suzuki va a dejar de vender coches en Estados Unidos, para potenciar la venta de motocicletas, pero en lugar de suministrarlas desde Porceyo lo hará desde Japón.