Delineante, expone dibujos digitales en Cimadevilla

Emma PRIETO

Manuel Iglesias era un proyecto de marinero que ha acabado dedicándose a su pasión: el dibujo. Este delineante de profesión presentó ayer su exposición «Dibuja 2.0» en la Fundación Alvargonzález. Hasta el 22 de agosto se podrá contemplar en esta muestra la estrecha línea que separa el boceto del dibujo. Iglesias muestra de manera cómica situaciones cotidianas y a la vez inusuales al tiempo que traslada al visitante a Roma, Nueva York, Viavélez o a la calle Corrida.

-¿A qué se dedica Manuel Iglesias?

-A dibujar desde siempre. Intenté estudiar náutica, como el resto de mi familia, pero por problemas físicos, una miopía en concreto, no pude dedicarme a ello. Así que estudié para delineante, que también me gustaba mucho. Llevo 22 años trabajando con un arquitecto y dedicándome a todo lo relacionado con este mundo. Tengo una relación infinita con la plumilla. Casi todos mis recuerdos de la infancia tienen que ver con ello. Veraneaba en Viavélez y para pagar la gasolina de la moto que mi tío me dejaba vendía mis primeros dibujos. De manera paralela continué haciendo fotos, otra gran afición.

-Y llegó al dibujo digital.

-Lo del dibujo digital, el motivo de esta exposición en la Fundación Alvargonzález, es algo más reciente, pero no nuevo. Ya lo había probado hace unos años y retomé la idea gracias a los cuadernos de viaje. Empecé imitando los dibujos y un día me dio por probar el dibujo digital. Ahora estoy más actualizado y ya utilizo el Corel, que es mi comodín. Yo doy el primer paso, dibujo todo con líneas y después le doy color. En lugar de dibujar con lápiz y papel lo hago con un lápiz digital. Sólo cambio la herramienta y, además, combino mis dos pasiones: fotografía y dibujo. Primero saco una foto y a partir de ahí dibujo. Después, lo vuelvo a convertir en imagen para poder imprimirlo con la mejor calidad.

-¿Qué pretende contar Manuel Iglesias con esta exposición?

-Sobre todo, intentar recordar cómo eran los cuadernos de viaje. Mostrar Gijón. Ver si gusta e intentar seguir con mis proyectos. En el fondo lo que busco es ver esta ciudad de otra manera, «tintiniana» por ejemplo, como si fuese un cómic.

-¿Qué le inspira a la hora de llevar a cabo una obra pictórica?

-Gijón está muy presente. Al igual que Viavélez, el pueblo de mi infancia. Ahora las nuevas tecnologías también se están colando en mi trabajo. Por ejemplo, de vez en cuando subo algún dibujo a Facebook y me encantan los comentarios de la gente. El ánimo, ver que mi trabajo gusta. Una fotografía atípica.

-¿Diría que ha recibido influencias de algún pintor en concreto?

-Me apasiona Tintín, sus formas y colores. En tono más serio soy un apasionado de Juan Botas. De quien conocí y aprendí muchas técnicas. Ver su apertura cuando llegó de Nueva York y las ilustraciones que hacía para el «Vogue» me influyeron bastante.

-¿Cómo logra desarrollar, desde la técnica, una pintura?

-Primero hay que explicar a la gente la diferencia entre dibujo y fotografía y cuál es el sentido de la exposición. Algunas personas piensan que esto son fotografías a las que les he puesto un filtro. Una vez que se lo explicas, suelen quedar alucinados por el trabajo que tiene. Por lo demás, no sé cómo lo hago. Sólo lo hago y punto.

-¿Cómo lleva la libertad el artista que plasma la realidad tal como es?

-Las personas tendemos a ser muy fetichistas. Nos encanta vernos retratados. Yo juego bastante a retratar personas conocidas o de mi entorno: mis padres, mi esposa, mi hija, las amigas de mi hija. El resto lo dibujo como yo lo percibo. En el caso de Gijón, intento retratar la ciudad a mi manera. Que sea identificable y a la vez diferente. Y, sobre todo, que divierta. Es un poco como los libros de «Buscando a Wally».

-¿Cuáles son sus proyectos futuros?

-Seguir con estas ideas que me entretienen, me relajan y me apasionan. Mejorarlas y apuntar un poco más alto. Espero conseguirlo.