La tregua que el Ayuntamiento concedió al «botellón» durante las fiestas de Semana Grande «parece ser permanente» en zonas como Cimavilla. La ordenanza cívica que sanciona el consumo de alcohol en la vía pública ya se aplica, supuestamente, sin miramientos. Pero los vecinos del barrio alto aseguran no haber notado ninguna diferencia. Es más, «este fin de semana vimos "botellones" en sitios donde antes no había; ha sido tremendo».

El secretario de la asociación vecinal «Gigia» aporta cifras para dar una idea de la dimensión del problema: «La noche del viernes habría más de 2.000 personas bebiendo por todo Cimavilla, y creo que me estoy quedando corto; fue algo tremendo». Paulino García explica que los jóvenes empiezan a ocupar zonas menos concurridas, como la calle de Sebastián Miranda, cuando lo habitual venía siendo que se concentrasen principalmente en el Cerro de Santa Catalina y la plaza de Arturo Arias.

«En lugar de ir a menos, el problema aumenta y se dispersa. Esto ya no se puede aguantar», clamaba ayer el vecindario, que no encuentra solución a su problema en la nueva ordenanza de convivencia aprobada por el gobierno municipal. La normativa entraba en vigor a principios de junio «a modo informativo», según manifestó entonces el equipo de Foro Asturias. A finales de mes, el Ayuntamiento -que también levantó la mano en la aplicación de la nueva normativa con motivo de la fiesta de San Juan- puso las primeras ocho sanciones por beber en la calle.

Los vecinos de Cimavilla, uno de los barrios más castigados por la «movida» nocturna y el «botellón», tienen los ánimos a flor de piel. Ayer, instaban al concejal de Seguridad Ciudadana, Rafael Felgueroso, a que «venga y vea» lo que está ocurriendo. «¿A qué esperan para aplicar, de verdad, la ordenanza?», plantea el secretario de «Gigia». «Están haciendo tiempo hasta que venga la lluvia y acabe por sí sola con el problema, sin que ellos tengan que meterse en polémicas», se respondía a sí mismo.

La forma de actuar el equipo de gobierno indigna a los vecinos y también a los hosteleros, aunque por motivos muy distintos. Unos reclaman «mano dura» con los «botellones» y los otros que «se pidan cuentas a los supermercados, en lugar de amenazarnos con multas a nosotros». Funcionarios municipales llevan varios días realizando visitas a locales de copas de Cimavilla, la zona de El Carmen y el barrio de La Arena. Se advierte a sus propietarios de que, «a partir del próximo fin de semana, van a sancionar con 800 euros a los bares que no controlen a la clientela de las terrazas».

La asociación de hosteleros de Cimavilla están dispuestos a poner el asunto en manos de abogados si «la cosa se pone fea» para el sector. Portavoces de este colectivo empresarial alegan que «no podemos ejercer de policías para que los clientes se comporten y no dejen tirados vasos y botellas» en la vía pública. «Además, nuestras terrazas quedan limpias, que es de lo que tenemos que encargarnos los hosteleros», apostillan.

Esta es la situación cuatro meses después de que el gobierno de Foro Asturias aprobara, con los votos a favor del Partido Popular, una nueva ordenanza para regular asuntos de convivencia ciudadana y orden público, como es el caso del «botellón». El largo debate que dió lugar a esta normativa sigue abierto después de su entrada en vigor.