«Alucinante» o «increíble». Así califican los vecinos de la zona de La Pipa, en Somió, la concentración de jóvenes que ocupó la madrugada del domingo al lunes su carbayera dejando un rastro de bolsas y botellas. Según estimaron los propios vecinos, «unas 5.000 personas» se congregaron en la zona para acudir a una fiesta en la discoteca El Jardín, donde se cerró, como cada año, con una multitudinaria verbena la Feria Internacional de Muestras. La ordenanza de convivencia ciudadana resultó una vez más estéril y no pudo evitar que la carbayera anexa a la discoteca sufriese los efectos de un «macrobotellón», para ira del vecindario. «Tenían que haberlo evitado. ¿Para qué trabajamos tantos meses en la ordenanza?», se pregunta Soledad Lafuente, presidenta de la Asociación de Vecinos «San Julián» de Somió.

El colectivo vecinal de la parroquia gijonesa ya lamentó que la Policía Local no actuase aplicando la nueva ordenanza, que estipula multas de 100 a 750 euros por la práctica del «botellón», en la noche de los fuegos artificiales de Begoña, en la que decenas de jóvenes bebieron junto a la iglesia de San Julián como preludio a una verbena celebrada en los alrededores. Sólo cuatro noches después, en ocasión de la macrofiesta de El Jardín, la parroquia volvió a albergar otro «botellón», en esta ocasión de mayores dimensiones y en la carbayera de La Pipa, «un espacio protegido», recuerda Soledad Lafuente.

Miles de jóvenes bebieron en los alrededores de la discoteca con la permisividad de la patrulla de la Policía Local que se encontraba en la zona de acceso al lugar. «Fui por la mañana a verlo porque me llamaron los vecinos. Aluciné de la suciedad que había allí. Tuvo que venir hasta una pala para retirar las bolsas de desperdicios», asegura Lafuente, que recibió la llamada de los residentes de La Pipa sobre las ocho de la mañana alertando de que la Empresa Municipal de Servicios de Medio Ambiente Urbano (Emulsa) no había pasado a limpiar la zona.

Cuando la presidenta vecinal llegó al entorno de la carbayera los operarios de Emulsa ya estaban trabajando en la recogida de los restos del «botellón», para lo que precisaron de la ayuda de un tractor con pala, un camión y máquinas barredoras. «Olía fatal por la mañana. La gente tuvo que salir de sus casas con la manguera para limpiar las entradas», afirma Lafuente. Pero las molestias por el «macrobotellón» no se limitaron a suciedad y malos olores. «A un vecino le rayaron el coche. Y otros, que tienen un niño pequeño, tuvieron que irse de casa para poder dormir», asegura Lafuente, que entiende que se podrían haber evitado estos trastornos de haber aplicado la ordenanza de convivencia.

«Me contaron que normalmente esta fiesta de fin de Feria tiene este problema. Pero los vecinos no tenemos que preverlo. El Ayuntamiento tiene que saber si hay una fiesta masiva. ¿Cómo no lo iban a saber?», razona Lafuente, que agrega en forma de exigencia: «Estarán, como dicen, informando de la normativa a la gente, no lo sé; pero deben aplicar desde ya la ordenanza». La resignación ayer era total entre el vecindario de La Pipa. «Incluso la Policía les dijo a unos vecinos: "¡Vaya por Dios! Tienen que limpiar..."», cuenta la presidenta vecinal de Somió.

La parroquia oriental de Gijón ha sufrido dos «botellones», uno de ellos de grandes dimensiones, en escasos días. En otros barrios, como Cimadevilla, la misma estampa se repite todos los fines de semana. En ambos casos los colectivos vecinales lo tienen claro: «Hay que cortar esto ya, y se tiene una ordenanza para ello».