Arcelor-Mittal extrajo a las siete y veinte de la tarde de ayer la última hornada de coque de las baterías de su factoría de Veriña, instalación que quedó apagada después de 39 años de producción. El cierre de una instalación que comenzó a funcionar en octubre de 1974, apenas afectará al suministro de coque para los hornos altos de Gijón, dado que este material llegará ahora íntegramente de las baterías de Avilés. La medida ejecutada ayer sí tendrá mayor trascendencia para la competitividad de la siderurgia asturiana, que hasta ahora usaba como combustible, en todas sus instalaciones gijonesas, el gas generado en las baterías durante la transformación de la hulla en coque. Ahora quemarán gas natural, más limpio pero también más caro.

La pérdida de competitividad de la siderurgia asturiana por el cierre de esta instalación fue lo que motivó la insistente reclamación de sindicatos y autoridades públicas para que Arcelor-Mittal construyera unas nuevas baterías en Gijón para reemplazar las que ayer cerró. En mayo de 2011 la multinacional anunciaba una inversión de 147 millones de euros en unas nuevas baterías que comenzarían a operar en 2014. Un año después, Arcelor-Mittal anunciaba que aparcaba el proyecto.

La empresa ha optado por recurrir al gas natural como combustible en vez de invertir en unas nuevas baterías. Prolongar la actividad de las que ayer cerró era insostenible: habían acabado su vida útil en 2007, su deterioro se tradujo en algunos accidentes y sucesivos episodios contaminantes y cerca de un tercio de sus hornos estaban ya inoperativos. Las baterías de Gijón apenas podían producir 600.000 toneladas de coque al año, frente a las 950.000 de capacidad cuando estaban en plenitud de condiciones.

Frente a los 147 millones de euros que le costaría a Arcelor levantar unas nuevas baterías (aprovechando algunas de las piezas que fueron renovadas en la última década en las que ayer cerró), la multinacional sólo ha tenido que gastar 28 millones de euros para adecuar las instalaciones; 15 millones para poder usar gas natural y 13 millones en obras logísticas para facilitar el traslado de coque desde Avilés hasta los hornos altos. La última parte de esta inversión se está acometiendo ahora, cambiando un horno del sinter B, que ayer comenzó una parada de 15 días para acometer esta obra.

El incremento en los costes de producción por el cierre de las baterías afectará principalmente a la factoría de Veriña, dado que sus talleres de laminación y su acería pasarán a alimentarse con gas natural, mientras que los talleres y la acería de Avilés seguirán recibiendo gas de sus baterías. Pero la incidencia será para toda la siderurgia asturiana, ya que el cierre de las baterías de Gijón también provocará el encarecimiento del combustible para las instalaciones de cabecera: El gas de batería se suministraba a los dos sinter y los dos hornos altos de Gijón, explican fuentes siderúrgicas.

El apagado de los hornos de las baterías gijonesas se produjo ayer, pero las tareas de cierre de las instalaciones, que realizan empresas asturianas, se prolongarán hasta diciembre, incluyendo el sellado y llenado de agua de las tuberías y el mantenimiento de las fosas con lodos contaminantes, entre otras tareas. Los 180 trabajadores se redistribuirán paulatinamente por otras instalaciones de la compañía en Gijón y Avilés o se prejubilarán.

Durante la jornada de ayer se pudieron ver arder las antorchas de las baterías de Gijón, para quemar el gas producido durante las últimas hornadas y cuyo caudal era ya insuficiente para enviarlo a otras instalaciones. El «apagado en frío», en términos técnicos permitiría a la siderúrgica volver a poner las baterías en funcionamiento en un futuro, según algunas fuentes. Otras apuntan que si las instalaciones se mantienen en pie es para ahorrar costes y que un hipotético arranque de las mismas sería inviable.