La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Hoy, primero de mayo de 1920, quiero que la mujer salga de la simplicidad de la vida doméstica"

A Virginia González

Tuve la satisfacción y alegría de conocerla. Supe que iba a hablar en Turón, un hermoso valle de estos incomparables montes astures, y allí me fui metié ndome en aquel infierno de minas donde todo dolor tiene su asiento (¡oh, qué Daniel el de Dicenta!); pisé las escorias incendiadas, me libré con inverosímiles quiebros para mis huesos de setenta años de las vagonetas que se precipitaban por los rieles; mi garganta se contrajo con el polvo negro y los humos fétidos; mis oídos se atronaron con las estridencias de las máquinillas carboneras, el chirriar de los cables y el tableteo de los lavaderos?

Pero oí y entendí a Virginia González y, por añadidura, estreché las duras manos de aquellos mineros a la vez bravos y dulces, fuertes y tiernos, que esto son los mineros asturianos; llorando, emocionados, cuando besaba a sus hijos y les encargaba que jamás, ¡jamás! Olvidasen los sacrificios de sus padres; abracé y besé a sus mujeres que me comían a besos cuando les explicaba la importancia capital de que se emancipasen de la Iglesia, abrazando a sus hombres en vida y en muerte.

¡El marco era digno de Virgina González! La brava y sencilla mujer cuyo esfuerzo mental es el hilo conductor de la feminidad socialista, y cuyo corazón de proletaria, de inteligencia sutil, acierta siempre con la nota justa para herir la mentalidad y el sentimiento de todas las mujeres buenas. Virginia González cuyo verbo suave o enérgico, sencillo siempre como cumple a su misión apostólica, es digna del respeto y el afecto de todas las almas íntegras.

Hoy, primero de mayo de 1920, quiero rendir a esa mujer verdaderamente ilustre un tierno homenaje de admiración, y expresarle mi deseo de que ella y otras muchas como ella, en todos los extremos del proletariado español, comiencen a hacerse cargo de la importancia capital de que la mujer española, en la única clase de posibles emancipaciones que es la clase trabajadora, salga de la simplicidad de la vida doméstica y se una a sus hombre para acortar el plazo del gran día de la revolución social en España.

Rosario de Acuña. "El Socialista", 1 de mayo de 1920.

Compartir el artículo

stats