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ME QUEDO EN EL PUEBLO

Topógrafo con vocación ganadera

Javier García Cuervo reside en Villandás y combina su profesión con el cuidado de las vacas de la familia

Javier García Cuervo, trabajando con el cucho para abonar los campos.

Javier García Cuervo siempre tuvo claro, desde niño, dónde quería vivir: junto a sus abuelos, en el pueblo de Villandás, Grado, en cuya capital del concejo residen sus padres y hermana, aunque éstos también van con frecuencia a su localidad natal. Al poco tiempo de finalizar sus estudios en un módulo de grado superior en Topografía, en Oviedo, Javier García obtuvo un trabajo en su especialidad laboral en Belmonte de Miranda. "A mí lo que me gusta es estar en el pueblo. Ya desde neno, cuando me subían mis padres, no quería marchar", afirma. Lleva viviendo con sus abuelos unos ocho años.

Dice que la vida en un piso no es para él. Tampoco echa de menos el bullicio de la ciudad ni las salidas nocturnas de los jóvenes de su edad. "A Grado bajo muy poco. Si puedo ir, algún fin de semana. Pero de ciento en viento. A veces voy más porque tengo que hacer algún tipo de gestión, pero no me gusta el barullo. Si vivo donde vivo es porque me gusta la aldea, estar en la naturaleza, con mis abuelos, y cuidando de las vacas", matiza.

En Villandás la familia tiene ganado de carne, de la raza asturiana de los valles. Las reses están a nombre de su madre. Serán unas 36 cabezas entre madres y crías. "Como trabajo a turnos como topógrafo siempre puedo dedicarme a las vacas antes de marchar al trabajo, o cuando vuelvo. Además de su madre también echa una mano el abuelo. "Pero él, curiosamente, no quiere que me dedique a la ganadería profesionalmente, dice que es un trabajo muy duro y que no conoce descansos ni fiestas ni nada", señala este joven que, sin embargo, afirma sin dudar que "en el futuro me gustaría ser ganadero. Me gusta mucho, pero para vivir de esto hay que tener un número grande de vacas, no sé, como mínimo 80 o 90, y no tenemos extensión de terreno para tantas. También me gustan mucho los caballos. He participado en pruebas de resistencia raide, carreras a caballo entre 40 y 160 kilómetros. En Asturias hay bastante gente compitiendo".

De vez en cuando es habitual ver a Javier García montando en su caballo "Machuco", aunque hace ya un par de años que tomó parte en su última competición.

La vocación ganadera de este joven topógrafo no se detiene en la atención al ganado familiar. "Yo les doy de comer, voy a verlas a los praos si están fuera, que ya salieron en marzo, limpio la cuadra... en fin, todo eso", recuerda. También, junto a los miembros de su familia, echa una mano en las fincas. "Hay que limpiarlas, abonarlas, sulfatar... mil cosas. Cuando llegue el verano estaremos a la hierba como mucha gente, que toca segar", recuerda. En cuanto al tiempo libre, las vacaciones, nunca hace planes. "Yo lo dedico a lo que me gusta, que es a trabajar en el pueblo. Es que soy muy casero", afirma. Eso sí, en su pueblo y en los de alrededor, también hay gente, muy poca, de su edad. "Por ejemplo, Hugo, que también vive en Villandás y se dedica a la ganadería familiar. Somos jóvenes a los que nos gusta la tranquilidad, no es algo tan raro".

Con 25 años tiene bien claro que la vida en el pueblo no es para todo el mundo. Y lo dice con claridad para los que ven en el mundo rural la solución a sus problemas. "El pueblo, o te gusta desde bien pequeño y vives en él, o no vas a durar. Esto no es sólo vocacional, es otra forma de entender la vida. Los que vienen a probar a ver qué pasa, con una falsa idea de lo que es vivir en el campo, van a durar poco, se acaban marchando. Esto te tiene que gustar desde siempre".

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