Navia,

V. DÍAZ PEÑAS

«La juventud de Navia es sana», sentencia Enrique García, hostelero al frente del San Francisco, un local mítico en el que cada fin de semana se citan muchachos, la mayoría aún lejos de la treintena, que alegran la noche con jarras de calimocho y cerveza. García defiende a sus clientes y argumenta: «En Navia hay cuatro locos que hacen pintadas, queman dos contenedores y arman escándalo, pero no hay que sacar las cosas de quicio». Este hostelero con locales en la zona de copas de la capital del concejo quita hierro a los altercados y actos vandálicos que en las últimas semanas han dejado destrozos en mobiliario urbano y particular, así como molestias. Pero en Navia suceden cosas. Hay quien se divierte flirteando con lo ilícito. Sólo el sábado la Guardia Civil -siete agentes patrullaron la villa- detuvo a dos jóvenes: uno acusado de intentar quemar una papelera, otro por desorden público.

LA NUEVA ESPAÑA pasó unas horas de fiesta en Navia para conocer el ambiente nocturno. A medianoche, los nueve grados centígrados parecen no amedrentar a decenas de adolescentes que aprovechan portales y escaleras para calentarse a ritmo de «botellón». Entre tanto, los bares del casco antiguo reciben a los primeros clientes. La mayoría critica a esos «cuatro guajes» que han llevado a Navia a los titulares. «Son cosas de críos. No pasa más de lo que ocurría hace años; pero si pusieran alguna cámara de videovigilancia no estaría de más», señala otro hostelero, José Miguel Gastelao. En Navia se conocen casi todos. Los locales de copas se cuentan con los dedos y los clientes casi siempre repiten. «Lo que está pasando nos perjudica», precisa este empresario.

Los más jóvenes también son críticos con los actos vandálicos que achacan, de nuevo, a «cuatro niñatos». «Por culpa de unos pocos vamos a pagar todos, cuando hay muchas formas de divertirse», señala Juanra Iglesias Alonso. Sus colegas confirman sus palabras. Todos son del concejo y llevan años saliendo por la villa. El ritmo del «Pa Panamericano» llega a la calle.

Dos de la madrugada. Los más pequeños de edad hacen colas en una parada de taxis, otros siguen la fiesta mientras dan los últimos tragos en portales y bares. La fiesta sigue. Con la noche encima, la Guardia Civil «caza» a dos personas a las que les imputa sendos delitos. Todos en la villa están ojo avizor. Y las críticas se suman en contra de «los cuatro de siempre». Los mismos, aseguran algunas voces, que ha decorado la villa con pintadas sin arte, garabatos lejos del grafiti.

El alcalde naviego, Ignacio García Palacios, critica también la diversión que choca con la ilegalidad. Pero concluye: «En Navia no hay más de lo que desgraciadamente pasa en otros lugares». Casi todos coinciden: la villa no es el Bronx.