Director del Colegio Rural Vega de Rengos, acaba de publicar su segundo libro de recopilación de obras de teatro de inspiración local

Cangas del Narcea, Pepe RODRÍGUEZ

Tito Casado Agudín lleva doce años siendo el director del Colegio Rural de Vega de Rengos. En todo este tiempo ha creado varias obras de teatro para que las representaran sus alumnos, con la lengua y la forma de vida de su entorno. Acaba de publicar su segundo libro recopilatorio de las obras, «Outras cousas del mio pueblo», que toma el relevo de «Cousas del mio pueblo». Volúmenes que han tenido gran aceptación, incluso fuera de Asturias.

-¿Como está el mundo de los colegios rurales?

-Con dificultades por la caída, constante, de la matrícula. Nosotros llevamos estabilizados varios años pero el descenso de la natalidad y la falta de trabajo conducen a la falta de matrícula en los colegios rurales.

-¿Qué importancia tuvieron estos colegios en la vertebración de las comarcas?

-Fueron el eje troncal de la cultura. Tenían un contenido formativo y cultural que era el único que había. No eran solo lugares de enseñanza, sino también lugares donde los críos se relacionaban y los padres comenzaron a participar en la enseñanza. Empezaron a tener bibliotecas y maneras de formarse e informarse. Los padres rurales vieron la enseñanza como algo distinto. Los maestros rurales estaban integrados en la sociedad porque vivían allí y formaban parte de aquel entramado social. Desde arreglar papeles a la gente hasta transportarlos.

-Relación bien diferente a una villa o ciudad.

-Totalmente distinta. Aunque ha cambiado en los últimos tiempos debido a la sociedad de la información. Uno de los motivos por los que estoy en Vega de Rengos es que los padres te dejan trabajar y no te ponen palos en las ruedas.

-¿Se están perdiendo los maestros en favor de los profesores?

-Sí, se están perdiendo muchas cosas. Un maestro rural era una referencia social. La administración propició esa pérdida de contacto. Ahora hay una llegada masiva de profesores de otras zonas, de paso, de integración bastante más difícil.

-¿Por qué comenzó a escribir obras de teatro?

-La primera vez que llegué a Vega creamos un grupo de teatro y la idea era hacer obras que les llamasen a permanecer en el grupo, que les fuesen sugerentes. Empezamos a buscar obras y todo estaba muy sobado o no encajaba con la idiosincrasia de la zona, así que pensé en escribir algo yo mismo para los críos en concreto que tenía. Así surgió una tras otra, cada año. Se sacó un libro y ahora el segundo de obras creadas por y para los niños de Rengos.

-¿Interpretadas por ellos?

-Sí, sí, la primera puesta en escena la hacen siempre ellos. Luego las he visto representadas en muchos otros sitios y con gran variedad de actores, de personas de la tercera edad a profesionales.

-¿Qué características tienen estas obras?

-Parten de la vida cotidiana de un pueblo. Puede ser noticia que haya un embarazo, que haya cambio de veterinario o que el cura haya caído de la Vespa. Un poco de ingeniudad, con los personajes clásicos, para que identifiquen personas reales con personajes. Tienen mucha importancia las mujeres, que siempre fueron la figura fundamental de las casas rurales: la que manda, la que trabaja, la que administra... y en estas obras siempre tienen protagonismo.

-¿Quiénes las disfrutan más: los críos o los padres?

-Pues creo que por igual. Los críos se mueren de risa y lo pasan de maravilla ensayándolas. Luego entre los padres tengo una especie de club de fans que todos los años, cuando la representamos, vienen desde hace un montón de años y me pedían las fotocopias antes de hacer los libros. Son obras entretenidas, divertidas y sencillas.

-¿Y cree que estas obras fomentan el orgullo de pertenencia a la zona rural?

-Sólo el hecho de que aparezcan citados pueblos en concreto ya fomentan la identificación de grupo, tanto en padres como en hijos. La gente de la zona se identifica mucho más con la obra y las disfrutan más, como el típico bar que tiene un nombre oficial pero todos los vecinos lo conocen por otro más popular.