Luarca (Valdés),

A. M. SERRANO

No es una casualidad que en las costas asturianas aparezcan tantos calamares gigantes. Los expertos creen que el Principado tiene dos características naturales y otras dos sociales que hacen que estos cefalópodos tengan su «sede» en la región. Los cañones submarinos que cortan transversalmente la plataforma, y que llegan hasta 20 o 30 millas de la costa son una de ellas. Los calamares gigantes «gustan de estar en estos ambientes porque se ocultan en la profundidad. Se sienten protegidos para llegar a sus lugares de pesca favoritos», según el investigador del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC), Ángel Guerra, que cerró ayer las I Jornadas sobre ciencia y gastronomía de los cefalópodos que se celebraron en Luarca.

En Asturias también encuentran bancos de «bacaladilla», su presa mayor según lo encontrado en sus estómagos. Esta especie come diariamente entre el ocho y el diez por ciento de su peso (una media de 100 kilos) «y aquí encuentra grandes concentraciones de bacaladilla», apunta Guerra.

Ademas, Asturias ha demostrado tener «sensibilidad» hacia el calamar gigante, «porque aquí, si los pescadores los avistan o los capturan, informan de ello». El cuarto pilar es la labor de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas (Cepesma), con sede en Luarca, «que tiene interés en investigar este cefalópodo». «Avistamientos y varamientos se pueden producir en otros lugares, pero no los conocemos», explica Guerra.

En Asturias, los investigadores han encontrado material para conocer más sobre este especie. Desde 1956 el Principado ha registrado cincuenta ejemplares de calamares gigantes. En ese tiempo se han encontrado, que se sepa, tres en Galicia y otros tres en la costa mediterránea y se han producido algunos varamientos en el golfo de Cádiz. En el mundo, desde el siglo XVI, «hay 650 registros», comenta Guerra, distribuidos entre Terranova (isla de la costa noroeste de Norteamérica), España, Sudáfrica, Namibia, Nueva Zelanda, Australia y Japón.

«Es decir, Asturias es importante para los que investigamos sobre cefalópodos», añade Guerra. La presencia de estos ejemplares que llaman tanto la atención es seguida de cerca desde otros lados del mundo. La Cepesma ha cedido calamares gigantes para su exposición a Washington y a Dinard (Bretaña Francesa), entre otros lugares.

Al margen de este contenido expositivo, los investigadores presentes en las jornadas celebradas en Luarca pidieron a la Cepesma más colaboración. El CSIC y el Laboratorio de Aplicaciones Bioacústicas (LAB) de la Universidad Politécnica de Cataluña tratarán de extraer tejidos del próximo animal que aparezca en sus primeras horas en tierra, antes de que sea congelado. Hasta ahora, la coordinadora asturiana congelaba al gran cefalópodo a las pocas horas de ser encontrado sin vida y el ejemplar pasaba a ser material expositivo.