Un análisis sobre esta crisis que nos deja con el culo al aire es un pozo sin fondo para los estudiosos de la materia económica y social. Mis nietos lo empollarán en los libros, si es que sobreviven, los libros, claro, y llegarán a la conclusión, a poco listos que sean, de que a la generación de sus abuelos le faltaba un hervor. Otro análisis menos académico, pero no menos certero, es lo que piensa hoy un funcionario de a pie.

Cosa primera. Los funcionarios (como rezó el titular de LA NUEVA ESPAÑA: 400.000 asturianos cobran nómina pública) somos un montón y los hay que se lo curran a conciencia y los que se lo toman con notable parsimonia, especie ésta a extinguir, pero una cosa lleva claro el funcionario: nunca se hará rico con su sueldo. Vive o malvive al día, si lo dejan. Hacemos una excepción con aquellos que derivaron a la política o a la cosa sindical, que fue muy lindo mientras duró, a no ser que les quede un estipendio vitalicio.

Cosa segunda. Los trabajadores por cuenta propia, el empresariado, y con especial mención al sector de la construcción, expolió a los de la cosa primera vaciándoles los bolsillos y embaucándolos en hipotecas de sonrisa fácil que hoy son colmillos de león sin escrúpulos. El dinero no perdona y sus cancerberos, los banqueros, menos. Ellos se forraron y a nosotros nos dejaron el pisito a medio pagar. Viento en popa y a toda vela navegando contra las rocas, ellos vendiendo y la parroquia comprando a precios astronómicos.

Cosa tercera. Nos dimos la leche. Oferta supera demanda. Constructor que no vende y no puede pagar proveedores. Cierre de empresas. Paro que te crío. La banca a lo suyo y ni patacón de crédito. Políticos apijotados y cumpliendo órdenes de emperadores europeos y de USA. Embargos, desempleo y pobreza. Mucho discurso en campaña, reformas laborales que de socialistas ni la raspa y lo peligroso, mucho cabreo en la calle global.

Y una solución. Como los gobernantes son muy espabilados y comprueban, para eso está Hacienda, que a los únicos que nos queda algo de calderilla en el bolsillo es a los funcionarios y a los pensionistas, pues a por ella. Es una ingenuidad zapateril, otra más, la de pretender reflotar la economía de este país recortando en los chuscos, cuando la hogaza permanece entera y con un chorizo dentro, véase la banca. En una palabra, para entendernos, lo público con la banca al frente nos sacó la hijuela a los funcionarios en la época de las vacas gordas, y llegan las flacas, los señoritos se ponen nerviosos y nosotros, a pagar los platos rotos. Perdonen que en esta ocasión no sea solidario. Ellos conmigo no lo harían.