Seguramente que la mejor receta para salir de la crisis es invertir en educación y en formación. Los resultados no se ven de forma inmediata, pero a la larga van creando las circunstancias adecuadas y el clima propicio para llegar a la sociedad del conocimiento o, lo que es lo mismo, a la sociedad del futuro.

La Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX supuso una enorme transformación social. Seguramente que «nuestra crisis» va a producir otra forma de entender el mundo, otra transformación donde la educación, la formación, la investigación o la innovación serán puntas de lanza para la recuperación económica.

Dicho esto, la pregunta sería: ¿salimos todos en igualdad de condiciones para recorrer ese camino y que nadie se quede atrás?

La respuesta, incluida la del Partido Popular, sería que así debería ser.

Pero, claro, los populares gobiernan en Galicia con ataques permanentes a la escuela pública y al profesorado, lo mismo ocurre en Castilla-La Mancha o en Madrid, cuya presidenta es el paradigma de lo enemigo de lo público y, en especial, de la escuela pública y sus trabajadores.

Algunos ejemplos ilustrativos. Un Ayuntamiento popular de la zona norte de la capital cede un solar público para construir un colegio, la Comunidad Autónoma lo construye con dinero público y Esperanza Aguirre lo cede o regala a una empresa privada para que lo explote, para que haga negocio con la educación.

Qué decir de las subvenciones a centros educativos privados de élite, que deberían funcionar como una empresa, o a colegios del Opus Dei, que hacen una oferta educativa sexista (centros para niñas y centros para niños).

O el «Bachillerato de excelencia» para los mejores alumnos de la Enseñanza Secundaria Obligatoria de Madrid, creando una educación dual y colegios de primera y de segunda.

Y qué decir de ese principio que preconiza la «libre elección de centro», que supone hacer dejación de la necesaria planificación escolar por parte de las autoridades educativas, planificación que justamente ha de servir para que la red pública actúe de garante de la equidad y de la igualdad de oportunidades para todos.

Este es el modelo educativo no explicitado del PP pero expresado de facto en la Comunidad de Madrid, al que se adhieren los responsables populares cuando hablan de educación.

Un modelo que, en definitiva, aboca a la descapitalización de la escuela pública, no atendiéndola como se merece tanto en medios humanos como materiales por las ingentes ayudas a la privada.

Los socialistas rechazamos ese modelo y «peleamos» por una escuela publica que articule el sistema educativo, que dé las mismas oportunidades a todos, independientemente de la cuna o de otras circunstancias, para recorrer el camino vital desde los cero años hasta el final de los días.

Nos peleamos por mantener una educación basada en los valores de igualdad, de inclusión, de socialización, así como los de mérito y esfuerzo. Estamos convencidos de que la escuela pública -que cuenta con unos muy buenos profesionales- es la mejor garante de esos valores.

Entendemos la educación como un proceso a lo largo de toda la vida. Por eso hemos propiciado escuelas infantiles de 0-3 años, y seguiremos haciéndolo, para que las parejas con hijos puedan hacer compatible el trabajo con la casa. Así como ampliar la oferta de Formación Profesional a las personas adultas y, especialmente, a los jóvenes que abandonaron prematuramente el sistema educativo para incorporarse al trabajo y ahora retornan para ampliar su formación profesional.

Seguiremos combatiendo el abandono y el fracaso escolar con apoyos a las familias y a los alumnos con dificultades, que tan buenos resultados han dado en nuestra comunidad autónoma, colocándonos de los primeros en el «ranking» de titulaciones en Enseñanza Secundaria Obligatoria.

En los últimos años han aumentado de forma muy considerable los fondos destinados a becas, y seguiremos haciéndolo para que ningún talento se pierda por falta de oportunidades. Excelencia educativa sí, pero para todos.

Hace algunos meses un universitario británico de visita en Gijón preguntaba el precio de una matrícula en la Universidad asturiana, se sorprendió mucho al decirle que de media supone unos 1.200 euros. El pagaba en una pública 6.000, pero aclaró que con la entrada del Gobierno conservador del señor. Cameron las tasas universitarias se multiplicaron por cuatro y las ayudas al estudio también se recortaron drásticamente.

Es verdad que es necesario ahorrar, las administraciones públicas, también, pero hay dos formas de hacerlo. La fácil, reducir en los grandes gastos -educación, sanidad, protección social-, dejando a la parte de la sociedad más vulnerable a los pies de los caballos, entregados a su suerte, reduciendo lo público y sometiendo la sanidad y la educación a las leyes de la oferta y la demanda.

La forma contraria está en Andalucía: se prescinde de lo prescindible y se mantiene o incrementa ligeramente lo esencial. Así que no todos somos iguales, hay diferentes modelos de gestionar. Hay distintas sensibilidades hacia lo que es de todos y, por ende, atiende a todos en igualdad de condiciones. Los socialistas no queremos una educación y una sanidad de dos velocidades.

En conclusión, todo lo que se ha hecho en educación en los últimos treinta años, y lo mismo se puede decir de la sanidad, ha sido un esfuerzo titánico y solidario de la sociedad española, no lo echemos a perder, en nuestras manos está el día 20 de noviembre.