Ya hay un avión en el aeropuerto de Castellón. Es de acero inoxidable y forma parte de una escultura de veinte metros obra del artista Juan Ripollés. Grande, ande o no ande, vuele o no vuele, 400.000 euros de factura por ser para ti. Pero no se dejen engañar por «The New York Times» y sus interpretaciones superficiales sobre el «símbolo de la ruina y el despilfarro» de España. Sólo los espíritus verdaderamente puros saben apreciar el arte sin mirar el precio y a todos nos han dicho que a la larga lo barato siempre sale caro. Esto lo tiene muy bien interiorizado Carlos Fabra, un hombre sensible, ex presidente de la Diputación castellonense y últimamente conocido por tener una hija colocada en el Congreso que hace sesudas interpretaciones sobre los recortes del Gobierno -del tipo «que se jodan»-, pero a mí me vienen a la memoria también otros famosos amantes del arte, otros cultivadores del gusto por la decoración de calidad que no se preocupan por esa vulgaridad de los precios y el dinero. Grandes paladeadores de la espera contemplativa en los aeropuertos como Francisco Álvarez-Cascos, que también decoró terminales con obras de arte sin reparar en gastos ni parar en aeropuertos. Que si un grupo escultórico en Atocha, que si un Pelayo Ortega para el salón de actos del Ministerio, que cuánto mejor quedará un retrato del ex ministro si lo pinta Antonio López que si se lo encargamos a un cualquiera... Tira, tira, que libres. Me apena la cortedad de miras de esa gente que no sabe saborear el arte, que se pregunta para qué sirve una escultura de veinte metros y 400.000 euros en un aeropuerto sin aviones. Por favor, hombre, un respeto para los artistas. Y para los pintores, que diría José Luis Coll.

Pero hablando de Álvarez-Cascos, y leyendo también prensa en castellano, me encuentro en la edición cántabra de un diario nacional con una entrevista a Mario Conde en Santander y con la fotografía que la ilustra, el ex banquero ex presidiario paseando por Puertochico con Sancho Michell de Diego como escudero. Sí, hombre, seguro que se acuerdan, aquel que fue presentador de Telebahía, la local de Santander, y un ratín diputado regional por Foro Asturias. A Sancho no se le identifica en el pie de foto, será que en Santander tampoco le conocen. Y como Mario, al parecer, está a punto de hacerse un partido, «Sociedad civil y democracia», las preguntas no me dejan dormir. ¿Dejará Sancho a su señor Don Francisco por el Conde? ¿Querrá pasar de Telebahía a Intereconomía? ¿Será compatible militar en Foro y en Sociedad Civil y Democracia? ¿Harán un Foro de Sociedad Civil y Democracia?