En el vía crucis del Viernes de Dolores, el arzobispo Sanz Montes, que no es santo de muchas devociones, situó el calvario actual en los mapas de Afganistán y Siria. Allá donde las balas escupen odio y resentimiento se levanta una cruz donde cuelga, agonizante, un inocente; donde otro huye descalzo en busca de tierras prometidas, donde las fronteras cobran peaje con tela de alambrada como corona de espinas. Pero también emerge un Gólgota, monseñor, en el salón o en la alcoba de cada familia donde se ejercita con saña la violencia de género; en los campamentos de verano y en las sacristías donde se disfraza de bondad la pederastia; en la ira intolerable con que los poderosos castigan a los más débiles... Todos cargamos con una cruz, algunas livianas como vara de avellano, otras pesadas como madero inabarcable. Reflexione cada cual si no habitaríamos un mundo más respirable si fuéramos cireneos unos de otros.