Opinión | Más allá del Negrón

Turismo, pros y contras

Histórica manifestación en las siete islas canarias contra el actual modelo económico

Parece que fue ayer cuando la presencia de un turista, al menos en Asturias, era un acontecimiento exótico. Si acaso algún que otro nacional, al que se le preguntaba con avidez de dónde era. Hala, de Barcelona; hala, de Zaragoza; hala, de Sevilla. Como si fueran del fin del mundo. Pero el turista extranjero era todavía una rara avis, no sólo por la vestimenta, que nos parecía extravagante, sino por lo infrecuente.

Hace unas pocas décadas, uno no salía de España hasta los 20 años y eso el que podía y, como mucho, a Portugal o a Francia. Mi primera salida no ya de España sino de Asturias fue, como la de tantos asturianos, a Valencia de Don Juan y debía yo de andar por los catorce. Un privilegio, porque la mayoría tenían que esperar a la mili para "viajar" a destinos tan agrestes como El Ferral o Cerro Muriano. Hoy todos somos turistas, desde pequeñitos. El que no va a Tailandia, va a Sudáfrica y el que no a Seychelles. Lo de las Islas Griegas, el circuito de las ciudades imperiales (Viena, Praga y Budapest) o los fiordos noruegos ya nos parece poca cosa, de pobretones.

Eso sí, luego nos quejamos sin parar de que estamos invadidos. De que Asturias en verano se ha puesto imposible, de que Madrid y Barcelona han perdido toda su gracia por la masificación, de que en Valencia ya no se puede vivir y de que ya no queda un rincón tranquilo para extender la toalla en nuestros casi 8.000 kilómetros de costa.

El pasado sábado se produjo un acontecimiento histórico en este país que vive del turismo. Por primera vez, se celebró una manifestación simultánea en las siete islas canarias contra el modelo económico basado en el turismo masivo. Unas 57.000 personas se lanzaron a la calle al grito de "El turismo nos sube el alquiler", "El paraíso no se hace con cemento" o "Canarias tiene un límite". Y esto sucedía en una comunidad donde el 40 por ciento de los trabajadores tienen empleo gracias al sector turístico.

El mismo sábado comenzaron a alzarse algunas voces desde Asturias, al grito de "aquí nos va a pasar lo mismo" y "estamos a tiempo de aprender". No sé si al nivel de Canarias, pero desde luego acabaremos siendo damnificados, si no lo estamos siendo ya, por el turismo masivo. No vamos a ser aguafiestas, ahora que estamos celebrando las decenas de miles de billetes de AVE vendidos, calculando cuántos trenes llenaremos con esos billetes. Como decía un periódico gallego, los billetes ya los tenemos vendidos, ahora solo falta que los trenes circulen.

Bien está que se celebre. Son muchos años de espera por unas comunicaciones decentes. No podemos olvidar que esos mismos trenes que nos permitirán salir masivamente de Asturias vendrán de vuelta cargados de turistas. Bienvenidos sean. Qué bonito ver los taxis de Londres con imágenes de osos y la leyenda "Natural Paradise". Para qué negarlo. Uno se emociona cada vez que se tropieza en el metro con el lema "Asturias más cerca que nunca. De Madrid al paraíso".

Pasada la euforia que nos ha traído el AVE, deberíamos planificar con detenimiento el futuro del turismo en Asturias. Estudiar con atención qué están haciendo en Venecia o en Ámsterdam, en París o en Londres, donde ya han pasado por esto. Canarias es un ejemplo extremo, muy difícil de revertir, y no puede ser la referencia, pero sí una llamada de atención para no repetir los mismos errores. Porque eso ya sabemos adónde nos lleva, a matar la gallina de los huevos de oro y convertir el paraíso, si no en un infierno, al menos en un purgatorio. Por cierto, la semana que viene en Madrid hay un superpuente de miércoles a domingo. Se prevé una huida masiva. Más vale estar atentos.

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