Hace veinte años, justo antes de otras elecciones municipales, el alcalde de un pequeño concejo del Oriente anunciaba que no seguía. Lo entrevisté, a modo de despedida. Entonces la fotografía era analógica y los carretes se enviaban por autobús al periódico. Aquel carrete se perdió camino de Oviedo, así que hubo que recurrir al archivo del periódico. Y ocurrió que al día siguiente, en lugar del alcalde, salió en la fotografía de la entrevista otro señor. Fui a ver aquel mismo día al regidor para pedirle disculpas. Era, o al menos así lo parecía entonces, la última «oportunidad» de aquel político para salir en «los papeles». Aún recuerdo su reacción: «Por favor, que no te preocupe ni lo más mínimo. Estaría bueno, no tiene ninguna importancia». Su generosidad, su humildad y su nulo afán de protagonismo (en política abunda lo contrario) me impresionaron. Veinte años después, aquel hombre ha vuelto a la política. Se llama Roberto González Blanco. El partido no importa, este homenaje es sólo para él.