Ribadesella,

Patricia MARTÍNEZ

Cuando Pepe Cavallé presentó en 2002 el documental «Sueños de Ultramar» no mencionó al periodista cubano Óscar Suárez. No le movía el afán de ser el único descubridor del «Bergantín Habana», sino la promesa de que no diría nada hasta que su «cómplice» no estuviera fuera de Cuba y a salvo de las represalias del régimen de Fidel Castro. El viernes, casi diez años después, ambos amigos se volvieron a encontrar y Suárez pudo ver de nuevo una maqueta que él mismo ayudó a sacar de la isla para viajar hasta Ribadesella. La talla de madera reproduce el barco que llevaba emigrantes desde la villa hasta la isla caribeña durante la segunda mitad del siglo XIX.

Suárez vive desde 2006 en Miami, Estados Unidos, y recuerda cómo «no podía decirlo porque el gobierno cubano podía decidir que la maqueta era patrimonio nacional. Me lo habrían confiscado y a mí, como ciudadano cubano y empleado de la televisión, me hubieran freído».

A Cavallé, un conocido hostelero riosellano que ahora regenta un restaurante en Llanes pero que reivindica sus dos apellidos catalanes, Cuba le fascinó desde su primer viaje en 1991 y es el participante más veterano de los «Encuentros por la cooperación y la solidaridad de los ayuntamientos en La Habana», que reunían a representantes de todo el mundo. En uno de estos viajes, el empresario se propuso investigar sobre la relación entre Cojímar, próximo a La Habana, y Ribadesella, hoy pueblos hermanados gracias a su iniciativa. Surcando el hilo conductor del documental aparecieron, en el mismo Cojímar, Óscar Suárez y la pista del «Bergantín Habana», presente en la memoria colectiva de todos los riosellanos y también en el escudo del municipio.

«Fui a un mercado de El Malecón en el que vendían artesanía y pregunté por el "Bergantín Habana". Nadie había oído hablar de él, pero a los dos meses me llamaron y me dijeron que una familia había intentado vender una maqueta con ese nombre», explica Suárez. La maqueta salió del país como un souvenir cualquiera y llegó a Ribadesella a tiempo para presentar el documental y desvelar lo que durante mucho tiempo fue un enigma en la villa: el barco tenía dos palos, y no tres, como sostenían algunos.

Como en las mejores historias, este cuento de ultramar no se termina con la maqueta reposada en la vitrina y el documental colgado en internet. Tras el encuentro con su amigo Pepe Cavallé, el periodista cubano y su esposa partieron hacia Soto del Barco, donde hace 23 años descubrió que no sólo sus abuelos eran asturianos. «Mi padre nació aquí, pero le inscribieron como cubano porque emigraba tanta gente que los de allí tenían más derechos», apunta Suárez antes de apostillar que, ahora, «los "bergantines" somos nosotros».

Durante una alargada sobremesa, Pepe Cavallé y Óscar Suárez barruntan lo que podría ser el próximo objetivo de su equipo investigador. Laureano Río era el marinero que viajó en el «Bergantín Habana» y que, con mimo y nostagia, talló en madera la réplica del barco que le llevó desde una zona que ambos amigos sitúan cerca de Luarca. La foto que conserva Cavallé, en la que aparece Río junto a la maqueta, está fechada en 1897 y podría proporcionar varias pistas para seguir el hilo del artesano. La talla es la única reproducción y casi la única información que se conserva del barco y la que permitió asegurar que solamente contaba con dos palos, informa P. M.