Hace unas pocas fechas fallecía en Salamanca el jesuita Alfonso Álvarez Bolado (1928-2013), una de las mejores cabezas que ha dado la Compañía de Jesús en España. Cuatro aspectos destacan en su vida: primero, una intensa formación intelectual que le llevó a Alemania y Austria, donde fue discípulo del más relevante teólogo del siglo XX, el también jesuita Karl Rahner. Segundo, el haber definido y descrito en 1974 el concepto de «nacionalcatolicismo» para determinar las relaciones de la Iglesia católica con la Guerra Civil y el primer franquismo. Tercero, a partir de dicha definición, Bolado fue soporte intelectual del catolicismo que se revolvió críticamente contra el régimen a partir de los años sesenta, utilizando para ello las herramientas de la Teología Política alemana, concebida por discípulos de Rahner, caso de Johann Baptist Metz. Y cuarto, su labor en el mundo de las ideas se trasladó asimismo al estudio y comprensión de la obra de San Ignacio de Loyola, siendo al mismo tiempo un finísimo analista de los Ejercicios Espirituales y un hombre que los aplicaba en profundidad a su vida. Miles de horas de análisis sobre la documentación existente (por ejemplo, todos los textos publicados en los boletines diocesanos durante la guerra y la posguerra) permitieron a Álvarez Bolado describir los contornos del «nacionalcatolicismo», a saber: una disposición «eclesiocrática» de la Iglesia, una «antimodernidad» patente y una teología de «reconquista». El resultado triunfante fue el de un Estado confesional que consagra la unidad católica de la nación y asigna a la Iglesia una influencia social y moral casi en exclusiva. En tiempos en los que la teología se hacía instrumento crítico de la propia Iglesia (algo impensable hoy y acaso más anulado en España por los resbalones «nacionalcatólicos de algunos obispos), Álvarez Bolado fue ante todo un hombre certero y sereno en sus análisis y, con el paso de los años y vista la experiencia de la que provenía España, sería un importante asesor del cardenal Enrique y Tarancón acerca del nuevo Estado democrático. Al mismo tiempo, dentro de la Compañía será uno de los forjadores de la reformulada misión de los jesuitas: el servicio de fe ha de correr parejo con la promoción de la justicia.

Estudioso de Hegel, Niestzche y Heidegger y experto en Rhaner; profesor de Filosofía en la Universidad de Barcelona y después también de Teología en la Universidad Pontificia Comillas, Álvarez Bolado fundó junto a los jesuitas José Gómez Caffarena y Andrés Tornos el instituto Fe y Secularidad, cuya finalidad fue cumplir la misión que Pablo VI había encomendado a la Compañía: el diálogo con el ateísmo y el marxismo. Cargado de conocimiento y de sabiduría espiritual, desaparece un jesuita completo. Descanse en paz.